Ficcionario americano

Cuando una guerra descarnada sacude lo que una consideraba su casa, su patria, su centro y sus raíces, es necesario encontrar algo a que agarrarse. Cuando una se ve forzada a abandonar a su familia y a todo lo que conoce y forjarse una vida nueva en un país lejano, debe encontrar una constante que le permita seguir adelante. La respuesta fácil es la fe. Pero para una lexicóloga acérrima y observadora taxonómica como sin duda es Dubravka Ugrešić, la respuesta evidente es un ficcionario.

En medio de las Guerras Yugoslavas, Ugrešić escribe desde los Estados Unidos un diccionario a su medida en el que registra su visión particular de la cultura americana. El hecho de llamarlo “ficcionario” es fruto de un error tipográfico de los más afortunados, y ni la misma autora se atreve a proveer una definición categórica de dicho término. En cualquier caso, éste sugiere precisamente lo que es: una recopilación de ensayos cortos titulados con palabras tan dispares como “bagel”, “personality”, “couch-potato” o “amnesia”.

En el prefacio escrito a posteriori, la autora pide disculpas un tanto irónicamente por haber escrito un (1) diario (2) autobiográfico (3) sobre otro país, tres características que, en su opinión, cualquier escritor que se precie debería evitar para no convertir el narcisismo que es el origen de todo acto literario en su resultado. Pero se trata de una disculpa innecesaria, porque su diario se lee más bien como una carta de amor a sus amigos, a su familia, a Nueva York y a Croacia, escondida bajo una mirada curiosa y atenta a todo lo que la rodea.

Cínica y distante unas veces, y violentamente emotiva otras, Ugrešić avanza a tientas y hace frente a la ignorancia de la población americana sobre un conflicto que la toca de cerca. No consigue escapar de la sensación de que ella es el epicentro del horror y éste la seguirá dondequiera vaya, y la atormenta la culpabilidad que se destila de tener una vida digna mientras tus seres queridos luchan por la supervivencia.

A diferencia de un diccionario común, las páginas de éste vuelan y su ritmo ligero atrapa al lector en un relato no cronológico que mezcla orgánicamente realidad y ficción.