A veces, aunque pueda sonar paradójico, para conocer el contenido de una obra conviene primero desvelar aquello que precisamente no es. Y el nuevo libro de Eduardo Izquierdo –periodista de largo y fructífero recorrido que acumula ya un buen número de publicaciones– dedicado a Elvis Presley bajo ningún concepto, ni en su ambición ni en su misma elaboración, tiene la intención de presentarse como una exhaustiva biografía. Su pretensión, sin embargo, sí está enfocada a glosar, tal y como se desprende del título, un periodo muy concreto en la historia del mítico cantante, que además lejos de ser retratada con empeño academicista y/o afán completista adopta la expresión de un relato humano no exento de una clara moraleja.
Para contextualizar esta narración hay que ubicar al intérprete en plena década de los sesenta, cuando su carrera es dirigida con propósito totalmente mercantilista, y sin el más mínimo interés en cuidar su calidad, por “Coronel” Parker, uno de esos pocos managers a los que la historia le ha otorgado un espacio superior al de una buena mayoría de músicos. Dedicado casi por completo durante esa época a la realización de películas, a cada cual menos gratificante, dicha situación reflejaba incluso a un Elvis anulado respecto a sus características personales, transformado en un hombre apocado y sumiso. El nuevo y rutinario capítulo dentro de ese errático trayecto iba a consistir en su regreso a la televisión, a priori pergeñado por medio de un programa compuesto por grandes cantidades de espíritu navideño. Momento en el que sucederá algo insospechado y proveniente de la parte menos esperable, el propio protagonista, quien ha decidido no desgastar más su leyenda y recuperar la aureola de antaño en un tiempo que parecía estar llamado a destronarle y enterrarle definitivamente.
A partir de aquí el autor nos va a sumergir en dicho contexto, asistiendo a la lucha que emprenderá aquel joven de Tupelo para recobrar su esencia, artística y humana, rebuscando en sus orígenes y en la verdadera pasión por la música que le empujó a dedicarse al negocio. Esa pelea se focalizará en encaminar dicho show, posteriormente editado también como disco (“‘68 Comeback Special”), hacia un planteamiento de mucha más envergadura y mayor contenido, intentando convertirlo así en la prueba irrefutable de que su talento, al igual que su poder de convocatoria, todavía seguía intacto y con capacidad para continuar avanzando.
Un desarrollo argumental en el que hay que destacar la habilidad mostrada para, a pesar de ser conocida la resolución de los hechos, lograr atraer la atención del lector hasta llegar a colocarle incluso en tensión respecto al desenlace de los acontecimientos. Igualmente elogiable es la capacidad para, sin abandonar nunca la trama planteada, ofrecer de manera natural y disimulada una serie de detalles y reflexiones acerca de la carrera del mito. Ambas destacadas aptitudes permiten que este libro escape de lo que podría ser un encadenamiento, con mayor o menos interés, de lugares y sucesos para convertirse en una obra más original que funciona, bajo un buen tino narrativo, mucho más allá del mero trabajo de investigación, situándose en un territorio cercano a la fábula. De ese modo, las reflexiones acerca de la necesidad de ser honesto con uno mismo, igual que las de no renunciar a la propia identidad, se presentan como imprescindibles incluso para el rey del rock and roll, tal y como atestigua la misma historia.
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