“Me esfuerzo mucho porque me gustes, pero es imposible de cojones”. Eso se lo dijo a Mark Lanegan (1964-2022) una de sus primeras novias, y es una de las mejores descripciones posibles de su carácter, abrasado por una infancia y juventud ciertamente complicadas. Él lo cuenta en este libro, que tiene el único defecto de llegar algo más tarde que el sensacional "Cantar hacia atrás y llorar" (Contra, 2022), una de las mejores autobiografías musicales de los últimos tiempos. La comparación es inevitable, aunque aquí también el propósito sea distinto. Ocurre que Lanegan, después de una vida de incontables excesos y desafíos frontales a la muerte, estuvo a punto de irse al otro barrio por algo tan prosaico y escasamente épico como el covid: algo similar a lo que pasó con Al Capone, que solo pisó la cárcel por evasión fiscal y no por toda la gente a la que se había pulido mucho antes.
La experiencia fue suficientemente dura como para que la voz de Screaming Trees escribiera este libro, que no es la continuación del anterior, que relataba su devenir hasta principios de los 2000, sino algo acotado a aquellos traumáticos meses de 2020 y 2021 que permaneció encerrado en un hospital irlandés del que solo quería huir. Excelente narrador, el de Seattle se luce de nuevo aquí con un relato mucho más breve, en ocasiones agónico, de nuevo traducido al castellano por Elvira Asensi, que no deslumbra como su predecesor, pero sí muestra ejemplarmente esa zona de claroscuros entre la vigilia, el sueño y la muerte: esa área en la que lo real y lo imaginado se confunden, y que de algún modo también supone el corolario a un trayecto artístico tan profundamente atormentado como el suyo, sin una gota de impostura.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.