Serving The Servant. Recordando a Kurt Cobain
LibrosDanny Goldberg

Serving The Servant. Recordando a Kurt Cobain

7 / 10
Carlos Pérez de Ziriza — 11-03-2020
Empresa — Alianza Editorial

Es tal el maremágnum de libros, documentales, películas y memorabilia de todo signo que ha pululado en las dos últimas décadas en torno a Kurt Cobain, que enfrentarse a un nuevo mamotreto sobre su figura redondea los contornos de la redundancia. Provoca pereza. ¿Se puede decir algo sobre él que no se haya escrito ya? Es harto difícil, pero al menos con Danny Goldberg uno tiene la seguridad de que todo lo que se cuenta en “Serving The Servant” tiene el aval del contacto directo, del relato de primera mano: al fin y al cabo, él fue su mánager desde 1990 hasta su muerte, en 1994, y nadie tiene que contarle lo que realmente rodeó al mártir involuntario de la generación X.

Otro valor añadido del libro es que Goldberg, quien provenía del mainstream (y no lo oculta: no empezó a familiarizarse con el underground yanqui hasta que tuvo a Cobain como cliente), echa mano de un buen número de testimonios de correligionarios y periodistas de la época, gente del crédito de Michael Azerrad o Everett True. Es así como la coralidad compensa el (lógico) déficit memorístico que puede arrastrar, pero también de alguna manera pone un contrapeso, por mínimo que sea, a la visión inevitablemente benévola de un mánager a la antigua usanza, que en buena lid desestima radicalmente estereotipos tan manidos como los que siempre circularon acerca de la mala influencia que supuestamente ejerció Courtney Love, los que reiteraban la languidez de Cobain (mucho más risueño y vitalista de lo que trascendió) o las manidas teorías de la conspiración alrededor de su muerte. Goldberg desdeña habladurías, y hace bien.

Con todo, la principal virtud de estas páginas reside en plasmar un retrato descarnadamente humano de un tipo que siempre estuvo en permanente búsqueda del equilibrio: entre la integridad y la accesibilidad, entre el subsuelo y los cenáculos de la aristocracia rock, entre el rock de rompe y rasga y el pop radiante, entre la necesidad de atender a la prensa digna y rebatir a la carroñera, entre sus deberes como padre de familia y sus incurables adicciones, entre la pleitesía a sus ídolos de juventud (Meat Puppets, Melvins, Sonic Youth, Captain America/Eugenius, Daniel Johnston) e hitos tan simbólicos del mundo real como desbancar a Michael Jackson de lo alto del Billboard, plantar cara a la misoginia de Axl Rose o congraciarse con la MTV… ese cúmulo de disyuntivas fue atormentándole hasta el día en que decidió descerrajarse un tiro en la cabeza. Pero como el propio Goldberg termina por recalcar, nadie, absolutamente nadie, es capaz de saber exactamente qué se le pasa por la cabeza a alguien que, con éxito o anonimato, decide que es mejor quitarse de en medio de un plumazo.

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