Sara Morales (Zaragoza, 1983) ya dio muestras de tener mano más que diestra para la biografía oral en el magnífico "Conversaciones con Ana Curra" (2021). Aquí, en el que es su segundo libro, el empeño es menor y a la vez mayor. Menor porque se circunscribe a un periodo de tiempo inferior: el que circunda la grabación del emblemático debut de Siniestro Total, hace 42 años, y no pretende abordar toda una carrera. Y mayor porque esto requiere de un acopio de testimonios más hondo: Julián Hernández, Alberto Torrado y Miguel Costas, pero también Servando Carballar, Paco Trinidad, Jesús Ordovás, Óscar Mariné, Teo Cardalda, Pablo Novoa, Diego A. Manrique o Anton Reixa pasaron ante la grabadora de la autora. Los músicos en cuestión, pero también productor, disquero, diseñador y periodistas. Tan solo faltó, inevitablemente, Germán Coppini, fallecido en 2013. Mucho material por enhebrar, muchas horas de conversación que hilar en una madeja que resulte un relato apetecible, ameno y bien ordenado. Lo consigue. Están el qué, el cómo, el cuándo y quiénes. También los porqués. Y expuestos en una secuencia lógica y ponderada.
Al margen de esa premisa fundamental, son tres, a mi entender, los méritos principales de estas 173 páginas. En primer lugar, alumbrar la idea de que Siniestro Total eran, desde un principio, algo (mucho) más que una panda de punks irreverentes con querencia por el chascarrillo provocadoramente pueril: quizá lo parecieran en más de un momento, pero había una sólida base musical y también un ideario que sintonizaba, a su ácida y gallega manera, plena de retranca, con sus acólitos anglosajones. En segundo lugar, que se trata de un libro de presente, escrito desde la perspectiva de 2025: el capítulo final se pregunta, muy oportunamente, si hoy en día sería posible la publicación de un disco con textos de ese calado. La unanimidad que suscita la respuesta de todos los entrevistados es significativa del tiempo que vivimos: como leí ayer a alguien en El País, ahora quienes tienen capacidad de generar arte se autocensuran, y quienes son incapaces de generarlo porque les falta talento, pero sí ansían protagonizar escándalos atribuidos antaño al rock and roll way of life, se meten a políticos. Así de triste es. Y el tercer valor añadido es haber generado precisamente una exclusiva (controvertida, discutida, dará que hablar) que será de interés para los seguidores de Siniestro pero también para cualquiera que tenga un mínimo de aprecio por la historia del pop español: el insospechado origen del texto de “Malos tiempos para la lírica”, desvelado por Julián Hernández. Y hasta aquí podemos leer.
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