Cruelmente tuya, Elvira: Memorias de la reina de las tinieblas

Dice la nota de prensa de esta esperada traducción en nuestra lengua de las memorias de Elvira que en ellas vamos a encontrar independencia, sensualidad, dolor y humor. Vamos por partes. Independencia, por supuesto. Cassandra Peterson, luego convertida en la célebre Elvira se mostró muy pronto como una mujer independiente, que en una sociedad puritana como pocas apostó por utilizar su cuerpo como forma de ganarse la vida. Eso le llevó a no pocos problemas que acabó superando para convertirse en un mito. La sensualidad va ligada a esto. Peterson supo muy pronto que podía ser atractiva para los hombres y explotó ese aspecto. De hecho, lo disfrutó, cosa que apuntala esa independencia. Pero también lleva a ese dolor. No solo por la incomprensión evidente que ya hemos apuntado sino por los abusos, incluso, que tuvo que sufrir de algún personaje al que pone nombres y apellidos. El humor, por su parte, se extiende por todo el volumen, excepto por esos escabrosos momentos, y hace que haya un contrapunto perfecto con situaciones muy violentas, incluso para el lector.

Dicho esto, y superado el interés de entender como una niña del medio oeste que jugaba con muñecas Barbie acaba adorando a Vincent Price y las películas de terror de serie B, desnuda en revistas para adultos y convertida en un icono de una generación, el libro decae. Se hace demasiado largo y Cassandra entra, a veces, en un exceso de datos innecesario que rompe ligeramente el ritmo. Al final, para qué engañarnos, uno recurre a libros como estos por el salseo, por las truculentas historias con personajes famosos, por sus encuentros con músicos y actores – impagable como conoce a Robert DeNiro -, pero la sensación de que hay mucho más que no se cuenta, por los motivos que sean, sobrevuela demasiadas veces el texto. Supongo que es inevitable. Hay cosas que mejor callar para no meterse en líos pero… Aunque esto no quita que recomendemos su lectura, y que le otorguemos el calificativo de imprescindible si encima eres seguidor o seguidora de una mujer admirable.