Para dar forma al que es su nuevo libro, Toni Castarnado utiliza como punto de partida aquella mítica portada de la revista Q que, compartida por PJ Harvey, Björk y Tori Amos, llegó a los quioscos el 29 de mayo de 1994. Una excusa de lujo con la que construir esta especie de tesis, versada en torno al talante artístico y personal de las tres míticas y arrasadoras artistas. El autor sitúa las personalidades de británica, islandesa y norteamericana en el marco del efervescente entorno cultural reinante en los noventa, adentrándose al mismo tiempo en cuestiones de índole social y con especial atención al papel emergente de la mujer en la industria musical de aquellos años, la misma que abriría camino para buena parte de lo que vendría después.
Una materia en la que Castarnado es especialista, con varios títulos y artículos firmados al respecto y que, en esta ocasión, apuesta por el dinamismo con el fin de vitalizar el contenido. Siempre con la excusa que oferta la trayectoria (o incluso algún hecho concreto) de cualquiera de las protagonistas, el periodista avanza o retrocede en el tiempo para revisitar discos, actuaciones o momentos determinantes en la carrera de Harvey, Björk y Amos. El volumen muta, de este modo, en un interesante collage que traza lazos mientras rescata textos y entrevistas del propio autor materializados en su momento para algunos de los medios en lo que colabora (Mondo Sonoro, Rockzone, Ruta 66), pero que también se nutre de textos de otros plumillas –nacionales o foráneos–, ya sea a través de pertinentes recuperaciones de archivo o escritos específicos para la presente referencia. En su afán por incidir y profundizar en diferentes estratos de la investigación, el barcelonés incluso regala algún capítulo dedicado a artistas afines e influenciadas por las mencionadas vocalistas –caso de St. Vincent o Boygenius–, confirmando de este modo lo ambicioso y exhaustivo de su trabajo.
“Las chicas del Q. Una revolución musical en 1994 con PJ Harvey, Björk y Tori Amos” prende, efectivamente, con la recordada portada de Q magazine, hecho que resulta analizado a fondo desde las perspectivas de todos los participantes en aquella entrevista y sesión fotográfica. Pero es solo la base necesaria en torno a la que levantar un volumen multifacético que, si bien se ampara en esa decisión de la publicación inglesa de reunir a las tres artistas, incluye no pocas subteorías, explicaciones y reflexiones acerca del papel de la mujer en el negocio de la música de mediados de los noventa. Y es ahí, en la mencionada diversificación temática y de espacio/tiempo, en donde el asunto se pone interesante y potencia el interés definitivo de la referencia en cuestión.
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