Cierto surrealismo, propiedades alucinógenas y el mal rollo de los estertores del sueño hippie se dan cita en "Cantante muerto", adictivo relato (y breve: apenas noventa páginas, es un libro que cabe literalmente en el bolsillo) que Michael Moorcock (Londres, 1939), referente de la literatura de ciencia ficción del siglo XX y antiguo colaborador de los Hawkwind, publicó en 1974, y ahora nos llega traducido al castellano de la mano de Javier Calvo (hizo lo propio con el mayúsculo "La Casa del Diablo", de John Darnielle) y la editorial Aristas Martínez.
Hay algo en él de la literatura beat y del registro gonzo de los años setenta, desde luego. Diálogos secos, cortantes y honestos. Situaciones estrambóticas. Paradojas difíciles de desentrañar. Trazas de (mal) trip. El argumento es este: Jimi Hendrix resucita para emprender un viaje por carretera a Escocia que en realidad es un trayecto a ninguna parte, en compañía de uno de sus pipas, Shakey Mo. A partir de ahí, La historia se desparrama hasta mostrar el reverso amargo, prendado de simbolismo, de las apolilladas utopías de los años sesenta. El fin de una era para el rock y el comienzo de otra muy distinta (la alusión a Simon & Garfunkel lo dice todo). Se lee en un suspiro, y desprende el regusto de los textos canónicos de la época.
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