El caso de Supersubmarina debe ser único en el mundo. Son muchos los grupos y los solistas que han visto truncada su vida en la carretera. Pero su accidente tuvo consecuencias diabólicas: los cuatro sobrevivieron, pero lo hicieron con serias secuelas, y el más perjudicado fue precisamente su vocalista, frontman y compositor. El más imprescindible. Ni murieron ni han podido volver a la actividad como cuarteto hasta nuestros días, desde aquella fatídica mañana de agosto de 2016. Y tuvieron suerte de contarlo. ¿Es la suya una muerte en vida? ¿Una vida sin alma? ¿O era más pertinente consolarse y celebrar el milagro de estar vivos? Ahí había un auténtico historión, y es una suerte que Fernando Navarro supiera verlo y convertir en un libro lo que en un principio iba a ser tan solo una entrevista para El País Semanal. El mutismo alrededor de la banda ya acumulaba polvo, y este libro solventa cualquier incógnita. Quizá no la más importante. Aunque seguramente tampoco lo sea. Y ahí lo dejo.
Lo que podría haber sido una historia oral (la materia prima la constituyen más de cincuenta testimonios) emerge en sus manos como una suerte de historia novelada, en la que lo que menos importa es la empatía que sientas hacia la música del cuarteto de Baeza. Es la gran reconstrucción de la historia de éxito de cuatro chavales de pueblo, amigos desde la infancia, que queda cortocircuitada por la desgracia, y en la que el autor se sumerge a fondo (la historia de la comarca de La Loma, sus fiestas y tradiciones, su devoción religiosa, sus olivos, sus paisajes, el carácter de sus gentes, la estancia de un afligido Antonio Machado hace más de un siglo) para emerger con un material literario notable, pulido por Fernando a través de la última década en cualquier de sus anteriores libros, ya fueran ensayos culturales o novelas.
Tan solo un par de aspectos, comprensibles si los interpreto como concesiones al público amplio al que se dirige (o quizá sean manías de uno) me chirrían un poco: los paralelismos logísticos y de dinámica interna con los Beatles y que se hable tanto de Héroes del Silencio, Pereza, El Canto del Loco o Piratas como referentes y tan poco de Vetusta Morla, quizá porque las comparaciones más evidentes suelen ser las más odiosas, al menos para los músicos que las sufren. Por lo demás, el periodista extrae petróleo a la historia, con las dosis justas de sentimiento y realidad, de embellecimiento estilístico y de crudo ajuste a los hechos, en un libro que también cuenta algunas cosas importantes sobre la reconversión de nuestra industria musical (la del disco y la del directo: es también el auge de los festivales y la encrucijada vital de Ernesto Muñoz y Pink House Management, quienes apuestan casi todo al mismo número), sobre la problemática del músico independiente y sobre la estúpida crueldad que se gastan algunos en las redes sociales.
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