Es lógico que todo lo que ha sucedido con esta jovencísima banda inglesa levante todo un alud de prejuicios entre los más escépticos. Si escuchamos con calma su primer disco no cabe nada más que rendirse a la evidencia. El álbum no resulta tan redondo como en su día lo fueron el primero de los Strokes o el debut de Franz Ferdinand, pero le anda a la zaga. Tan sólo porque baja algo (poco) la guardia en su segunda mitad, con temas algo más obvios y menos arrebatadores como “Perhaps Vampire Is A Bit Strong But...”, “From The Ritz To The Rubble” o “A Certain Romance”, impiden que estemos hablando de un disco cinco estrellas. Y es que queda claro que Arctic Monkeys no han inventado la sopa de ajo (pocos lo han hecho), pero nadie en su sano juicio puede negar que han sabido coger la tradición de su país (Yardbirds, Who, Kinks...) y actualizarla como ninguno. Algo parecido a lo que han hecho Kings Of Leon desde el otro lado del charco poniendo al día el sonido de la Creedence Clearwater Revival. Una acción retro-progresiva muy inteligente que obtiene excelente resultados rompepistas en sus primeros seis arrebatadores temas. Y es que muy pocos inicios de discos pueden equipararse al desparpajo de “I Bet You Look Good On The Dancefloor”, “Fake Tales Of San Francisco” o “Dancing Shoes” y pocos finales contiene perlas del tamaño de “When the Sun Goes Down”.
wow were you hack(sawed)? yeah the car wash was where we started and then we ended up weneidg, cleaning the garage and various other chores but no tree cleanup. you guys are weekend warriors!