Vida inteligente
DiscosLos Enemigos

Vida inteligente

6 / 10
Enrique Peñas — 06-11-2014
Empresa — Alkilo Discos
Género — Rock

En los años 90, cuando en muchos casos mandaba la música del azar, cada disco de Los Enemigos suponía una apuesta ganadora, reencontrándonos con un rock cabal, afilado, vestido de costumbrismo y humor negro. Una etapa que se cerró oficialmente en 2002, cuando sus principales actores dieron por agotada la fórmula y cada uno tiró por su lado: Josele Santiago emprendiendo carrera en solitario, con un sonido más reposado, y Fino Oyonarte dando salida a su faceta más pop en Clovis (más recientemente lideraría también Los Eterno). Hubo conciertos de despedida, abrazos y demás, con la certeza de que decíamos adiós a uno de los grandes grupos de aquellas últimas dos décadas; un grupo, además, casi único en su especie, tendiendo (involuntarios) puentes entre quienes gustaban del rock más clásico -en ningún caso sinónimo de acomodado, más bien todo lo contrario- y quienes llegaban a lo que fue la escena independiente por la vía de bandas como Surfin’ Bichos. Así estaban las cosas hasta que hace un par de años hubo un primer concierto de reunión, luego otro, y otro, y al final toda una gira.

Lo mejor de ‘La Revuelta Enemiga’ no fue simplemente el hecho de volver, sino comprobar que el tiempo transcurrido desde su último trabajo no había hecho mella en su propuesta. Más aún: alguno de estos directos fue verdaderamente pletórico; nada de ejercicios de melancolía, sino un puñetazo en la mesa. Por eso, el anuncio hace unos meses de que Los Enemigos culminarían su regreso con un nuevo álbum, quince años después de “Nada”, fue recibido con júbilo por una parroquia que se mantenía fiel y tenía ganas de más. Decía Josele Santiago que como banda estaban viviendo “un momento muy dulce” y que, para no ser rácanos, lo que iban a ser cuatro temas acabaron siendo catorce. Y he aquí que estamos ante “Vida inteligente”, el noveno disco de Los Enemigos (amén de dos bandas sonoras y unos cuantos recopilatorios) y, desafortunadamente, el primero -más allá de “Ferpectamente” (1986) y “Un tío cabal” (1988), en donde su sonido aún estaba por definir- que no logra provocar el calambre que llegaba (y llega) al escuchar canciones como “Miedo”, “Paquito”, “La cuenta atrás”, “Septiembre”, “Ná de ná”, “Brindis”, “Me sobra carnaval”, “Alegría”, “Dentro”, “¿Por qué yo?” o “No importa”.

Ya el homónimo adelanto de este disco sembraba algunas dudas: “Vida inteligente” tenía un arranque claramente ‘enemigo’, con la voz de Josele Santiago marcando la pauta y todo en su sitio, tal como esperábamos, pero no enganchaba como antaño. Faltaba algo que siempre ha tenido el veterano grupo madrileño: chicha. Quizá fuera cuestión de tiempo, pero la realidad es que, con sus aciertos -que también los tiene-, este trabajo se queda cojo. Hasta la fecha, los tres últimos discos de Los Enemigos eran bien distintos, pero cada uno a su manera sentaba cátedra: “Tras el último no va nadie” (1994), “Gas” (1996) y “Nada” (1999) eran tratados maestros sobre la angustia, la rabia y la pérdida. Quince años más tarde, “Vida inteligente” es un álbum correcto, en donde la alternancia de temas con mayor pegada y los cortes más lentos se acaba haciendo demasiado previsible, sin dejar además el poso que sí tienen los capítulos más brillantes de su trayectoria, con “La vida mata” (1990) a la cabeza. Tampoco el inicio ayuda en exceso: “Gurú” es una canción definitivamente menor, sin mucho donde rascar, y “Firme aquí”, adentrándose en la estafa de las preferentes (más sangrante aún en estos días de tarjetas negras), no acaba de enseñar el colmillo como merecía la ocasión. “Santos inocentes” sí tiene más sabor a clásico, lo mismo que “Café con sal” o la rotunda “Aflicción”, con un notable poderío rítmico; es en estos momentos de más fuerza cuando el disco sube su nivel, lo mismo que luego en “Ciudad satélite” (con Fino Oyonarte como vocalista) o “Cementerio de elefantes”, aquí recordando las maneras del rock urbano de bandas como Leño.

Puede que en un disco más corto la sensación fuese otra, porque al final son más los pasajes de pausa que los consagrados directamente a la acción. Es verdad que siempre ha habido temas lentos en la trayectoria de Los Enemigos, y en este caso hay más que nunca, pero más no significa mejor. Lejos queda la intensidad de “Sin hueso”, “La otra orilla” o “Estás (cuando te vas)”. Si acaso, funciona el doble final de “Cuatro cuentos” y “No es igual”, pero “Estrella fugaz” o “Mare nostrum” no logran atrapar de igual forma. Se sitúan más en la línea de los primeros trabajos en solitario de Josele Santiago, intachable en la voz, aunque sin el empaque y la lírica que encontrábamos en “Las golondrinas, etcétera” (2004) o “Garabatos” (2006). Es, en definitiva, la constante de “Vida inteligente”: un trabajo que guarda unos cuantos minutos más que estimables, pero que palidece frente a las grandes obras de sus protagonistas, haciendo que la nostalgia por los años pasados se imponga a la emoción del reencuentro. Por suerte, el hecho de haya nuevo disco garantiza que lo mejor de este regreso lo encontraremos una vez más sobre el escenario.

3 comentarios
  1. No puedo estar mas de acuerdo con lo escrito... "a lo lejos se ve..."

  2. No se tio, yo ya solo con "hombre que calla" no necesito escuchar nada mas en lo que qudda d año... ya les gustaria a los gafa pasta firmar una sola canción como esta en toda su vida artística... josele y compañia, me habeis vuelto a emocionar... larga vida enemiga! ...parecen reyes hundiendo islas... forjan leyes, redactan listas... aplicable a todo crítico d discos...

  3. Como se eligen los mejores discos del año? porque la crítica no es nada buena y está entre los diez mejores... Solo con tener nombre estás en las primeras posiciones de las listas?

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