Si me tomara un ácido (cosa que no hago o, en todo caso, negaría haber hecho) no hay duda de que escogería el cuarto trabajo de GAF para ver qué pasa. Escucharlo en estado de absoluta sobriedad ya es un puto viaje, así que hacerlo con las facultadas alteradas debe ser el cenit de las experiencias vitales. Da igual si estás pasando los peores días de tu vida. “Sunriser” te agarra el alma y se la lleva a su universo de rock experimental atmosférico y onírico donde todo es belleza, paz, equilibrio y majestuosa eternidad. Con los siete minutos de la inicial “Balayo Sunrise” (a cada segundo más gigantes) ya da igual todo lo que pueda ocurrir hasta que suena la última nota de “DA14”. Termina el disco y sólo deseas no haber desactivado el replay para no tener que volver a este mundo y poder quedarte allí colgado, feliz, puro... En definitiva, de eso va el arte, ¿no? No todos los artistas lo consiguen. GAF sí.
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