Bandas de rock garagero las hay a patadas, pero como Black Lips ninguna. Y que conste que no lo digo por sus salvajes directos (eso siempre puede ser superado), ni tampoco por las horrorosas pintas que lucen en la portada de este nuevo disco o por la chatarrera producción de un álbum tan variado que tiene sus altibajos. Y ni siquiera me pongo a valorar ahora como importante que la trepidante “O Katrina!” se haya pegado en mi cancionero mental con toda su simpleza proto-punk. Lo que de verdad me pasma de este grupo es que bajo esa estela de cafres ingeniosos y alocados sean capaces de componer temas como ese tristísimo “How Do You Tell A Child That Someone Has Died?” y siendo este tan emocionalmente duro lo revistan de balada vaquera. ¡Hay que tenerlos grandes!. O ¿qué decir de esa tonada a lo “Sweet Jane” que es “Transcendental Light” donde hablan sin tapujos sobre la muerte o el excelente “Bad Kids”, donde hablan a ritmo de do-woop y mucha coña marinera sobre los chavales inadaptados o rebeldes (“Don’t try/To give us pills/Oh Wait/Give us all the pills”)... Lo dicho, pese a algún resbalón este disco demuestra de nuevo que Black Lips sólo hay unos.
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