Fin de un viaje infinito

Con cada nueva entrega discográfica, Deluxe se va acercando más y más a la llama de la sabiduría pop eterna y, aunque nunca logre alcanzarla del todo, él lo seguirá intentando. Si hay algo que le sobra al gallego es esa obstinación compositiva a prueba de bombas y de cualquier tipo de desánimo. El mismo que, en ocasiones, se debe apoderar de él ante su ambiciosa aspiración de llegar a ser un referente dentro del pop de tintes clásicos, arreglos ampulosos y cierta épica emo en España. Un país éste, que no trata con demasiada justicia a los grupos de pop que, aun pasándose al castellano, ven como su cuenta de resultados no crece al ritmo que debiera. Aunque esa es otra cuestión. Lo importante aquí y ahora es que a cada paso que da –y esperemos que sean muchos- Xoel entrega obras más completas, unitarias y mejor basculadas. Sin tantos altibajos entre lo excelso y lo vulgar y tanta distancia entre el exceso (que todavía lo hay) y la contención. Sólo hay que atender al espectacular inicio del disco, en el que las melodías de vocación atemporal se combinan con unos arreglos que las robustecen más que nunca. Y encima no faltan las tonadas himno como “Colillas en el suelo”, “Tendremos que esperar”, “Réquiem (no fui yo)” o ese fabuloso broche de oro que es “Fin de un viaje infinito”, combinadas con canciones de mayor delicadeza como “El amor valiente”, “Rostro de actriz” o mi preferida “De tanto callar”. Vaya, que de esta forma es un placer escucharlo de principio a fin.