El pop que importa, el que deja huella y te hace sentir cosas que van más allá de una simple sonrisa en los labios, es difícil de encontrar. Así que, cuando aparece a un grupo que lo consigue, dan ganas de salir a la ventana y gritarlo a los cuatro vientos. Alto y claro, sin miedo a meter la pata. Extraperlo, no lo duden, es uno de esos grupos, y la primera vez que los escuchas te hacen pensar en lo especial que fue descubrir en su momento a Le Mans, Orange Juice o Vampire Weekend.
Tres bandas de ese pop que importa que no aparecen en esta crítica por capricho, sino porque nos sirven para definir a la perfección el disco de debut del joven cuarteto de Barcelona: las letras en castellano, la inocencia y la falta de complejos que presidían el primer disco de los donostiarras, la voz afectada a la Edwyn Collins que gasta Borja, y las guitarras cristalinas, con toques afro, de los de Brooklyn. Ahora bien, “Desayuno continental” (disco que ha contado con un colaborador de lujo, Pablo Díaz Reixa, capo de El Guincho y Coconot) es eso y mucho más. Es el tecno pop juguetón a lo Carlos Berlanga de ese rompepistas que es “Cavalcade”, son los guiños a Claustrofobia y Golpes Bajos de “Noche en la montaña” o “Fantasmas”, es el pop nuevaolero y efervescente de “Bañadores”, es el espíritu saltarín y el encanto de “Noche en la montaña” y “Las palmeras del amor “… El primer disco de Extraperlo es un sonado paseo por el pop que han devorado estos cuatro veinteañeros a lo largo de su vida, un recorrido lleno de clase, gemio y personalidad. Chapeau.
That really catupres the spirit of it. Thanks for posting.