Smashing Pumpkins se separaron con el inicio del milenio tras publicar un disco tan trascendental como vacío, el interminable “Machina/The Machines Of God” (Virgin, 00). Siete años después, Billy Corgan y Jimmy Chamberlin han rescatado el grupo (sin James Iha ni D’Arcy Wretzky) para publicar el mesiánico, guitarrero y –sobre todo– reventado “Zeitgeist”, palabra que en alemán significa “el espíritu del tiempo”.
Smashing Pumpkins se separaron con el inicio del milenio tras publicar un disco tan trascendental como vacío, el interminable “Machina/The Machines Of God” (Virgin, 00). Siete años después, Billy Corgan y Jimmy Chamberlin han rescatado el grupo (sin James Iha ni D’Arcy Wretzky) para publicar el mesiánico, guitarrero y –sobre todo– reventado “Zeitgeist”, palabra que en alemán significa “el espíritu del tiempo”. Corgan ha escrito una colección de letras que quieren retratar su país –y seguro que, por extensión, todo el mundo occidental– y le ha salido un petardo indigesto que, más que repescar el grunge de sus primeros discos suena como un grupo de nu-metal hecho por y para adolescentes: incoherente, contradictorio y pretendidamente rebelde, que tiene en las iniciales “Doomsday Clock” y “7 Shades Of Black” dos ejemplos paradigmáticos de la poca inspiración actual de Corgan. Más adelante, en “Bleeding The Orchid” no puede evitar plagiar “Daphne Descends” de “Adore” (Virgin, 98), en “Starz” repesca “Bullet With Butterfly Wings” con unas guitarras alucinadas al más puro metal progresivo y en “United States” recuerda la ampulosidad fracasada de Zwan. Es por todas estas razones que, de haber podido sugerir el título al disco hubiéramos propuesto, en lugar de “Zeitgeist”, el más adecuado “Der Untergang” (El hundimiento).
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