¿Qué hubiera pasado si los esclavos del sur de Estados Unidos se hubieran rebelado contra el opresor blanco abrazando el satanismo? Esa es la sugerente cuestión de fondo que impregna cada uno de los surcos de la obra de Zeal & Ardor, personal propuesta liderada por Manuel Gagneux que mezcla cánticos espirituales negros y black metal. Lo que nació como respuesta a una disputa en un foro de 4chan se materializó hace dos años en “Devil is Fine”, sorprendente debut que conseguía hacer creíble el eslabón perdido entre dos mundos aparentemente antagónicos unidos por el odio al cristianismo, impuesto tanto en Noruega como en las plantaciones de algodón.
El góspel metal de los suizos Zeal & Ardor suena denso, desafiante y malsano, con “cantos de trabajo” dolientes y bellos a un tiempo entrelazados con pasajes de teclados y furiosas ráfagas de ascendencia nórdica. Lo mejor de todo es que, si en su tarjeta de presentación las costuras resultaban aún demasiado evidentes, “Stranger Fruit” supone un avance notable en la búsqueda de la fusión entre ambos universos. El resultado es tan imperfecto como fascinante. Imaginen un mundo en el que convivieran en armonía Burzum, Ben Harper, Colson Whitehead, “Django Unchained” o el blaxploitation vampírico de “Ganja & Hess”. Las citas cinematográficas no son casuales: “Stranger Fruit” es tan evocador como una banda sonora, como nos confirma el videoclip de “Gravedigger’s Chant” y su crescendo de blues diabólico. Su música alcanza nuevas cotas de intensidad en “Fire of Motion”, “We Can’t Be Found” o “Waste”, donde tiran de blast beats sin complejos; en “The Fool” manejan con delicadeza electrónica y sintetizadores retro; el tema título deambula entre brumas y fantasmas, “Coagula” suena a rito satánico y la emotiva “Built on Ashes” cierra el viaje con maneras de himno.
Probablemente, las iglesias de madera prenderían mejor en Mississippi que en Noruega. Robert Johnson sonreiría orgulloso.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.