En 1998, después de editar uno de los discos más vendidos de la historia y ganar con él cinco Grammys, Alanis Morissette publicó “Supposed Former Infatuation Junkie”. Ahora está bastante mejor considerado (y menos mal), pero lo que siempre se ha dicho es que a Alanis se le fue la pinza con un disco que solo entendía ella, con una composición más cercana a lo experimental y a la denominada “corriente de conciencia”, y con una temática mucho más espiritual ya desde el primer single, la bellísima “Thank U”. Evidentemente, “PUTA” no vendió los millones de “Jagged Little Pill”, pero sí significó un antes y un después en la carrera de Zahara, y veo el paralelismo de unas expectativas imposibles frente a su continuación. Nos contaba la cantante recientemente que esto no le ha producido bloqueo creativo, precisamente por la sensación de ya haber hecho “ese disco relevante”, y que, de haber intentado repetirlo, se habría posicionado en un lugar muy distinto a los motivos artísticos. Tiene bastante sentido porque, al final, “Lento Ternura” es Zahara continuando la exploración de su arte.
Ni es “PUTA”, ni es “La Pareja Tóxica”, ni es un disco de su proyecto paralelo _juno.... y, sin embargo, no podría entenderse sin ellos, y los tres están en él. Tanto “Formentera” como “Yo solo quería escribir una canción de amor” son una estupenda presentación del universo de este álbum, en el cual hay una extraña convivencia de la calma con la desolación, no asoman tanto la rabia ni la épica, y sí vuelve a asomar el humor tan característico de sus canciones tras la menor presencia que tuvo en “PUTA”. La convivencia de la rabia con la desolación puede ser contradictoria, pero la cantante la explica bien en la mencionada entrevista, la refleja a lo largo del tracklist, y da una pista en la introducción al poemario que acompaña al disco: “te dirá que aquí está encerrada la sabiduría... pero si buscas, hallarás más bien un vacío (…) y cuando termines este manuscrito, te darás cuenta de que no has aprendido nada de nada. El hueco no es carencia, sino refugio”.
Acompañar el disco con el poemario tiene, por cierto, todo el sentido del mundo, puesto que las canciones por lo general se alejan de las melodías que podíamos encontrar en su discografía anterior, acercándose más a poemas musicados. Pero, lejos de conformarse con un “hilillo musical”, la producción de “Lento Ternura” es una de las mejores en un álbum de Zahara, lo cual tiene aún más valor sabiendo que el álbum está compuesto y producido enteramente por ella (más allá de colaboraciones puntuales de Martí Perarnau y Patricia Benito). Destaca por ejemplo la producción de “La ternura”; la pena es que, cuando te quieres dar cuenta, ya se ha acabado, hasta el punto de que podría ser el bonus track del disco pese a ser la penúltima.
Brilla también el toque industrial y oscuro de “Tus michis”, canción en la que el estribillo podrá ser divisivo, pero no las estrofas, que componen una preciosa reivindicación al amor y la admiración que hay en una buena amistad. “Sé de lo que te aterra, pero también he aprendido que junto a ti hay fortalezas / me he recorrido tus calles para que también sean mías / y te he dejado a mi hijo para que vea pureza (…) no me da miedo la vida cuando te tengo cerca” canta Zahara, y a quienes tenemos la fortuna de sentirnos identificados se nos eriza la piel. Y, claro, nos acordamos de esos amigos por quienes clavamos las uñas. Volviendo a la producción, incluso la que parece estar más desnuda de ella, la magnífica “Soy de un pueblo pequeño”, alberga un outro que nos lleva bastante a Lorde.
También es delicioso el outro de “Quién dijo”, y el puente de “Nuestro amor” es directamente de lo mejor que ha firmado Zahara últimamente. Puede que en “Lento Ternura” cueste algo más encontrar temazos, pero sí es el disco de los pasajes: absolutamente ninguna canción se puede tachar de medianía, teniendo todas su punto de genialidad. Y aún así hay temazos. En mi podio personal, además de la mencionada “Soy de un pueblo pequeño”, se encuentran “¿Era esto la vida?”, quizás (quiiiiiiizás) la más inmediata, y “La violencia”, maravillosa no solo por los ecos a Björk, sino por una letra que alcanza la excelencia en momentos como “qué poco espacio ocupo en mi historia / a veces parece la de otra persona”. Desolación y calma, unidas de nuevo. Y, pese a que el disco se mueve mucho más a la electrónica que al pop, los fans de toda la vida amarán “CTRL+Z”, con una sensacional melodía que recuerda a “médula” o “Bandera Blanca”.
“Lento Ternura” es, en sí mismo, una prueba de por qué Zahara sigue siendo una de las artistas más interesantes de nuestro país, cuyos pasos siempre es estimulante seguir. Negarse a hacer lo que se esperaba de ella tras “PUTA” habrá sido liberador para ella, pero artísticamente significa mucho también. Porque se niega a ser la imagen unidimensional a la que industria y medios puedan querer reducirla, ya sea la chica naif graciosa que no dirá nada inconveniente, o la SeriaTM con la que colgarse medallitas. Porque, lejos de quedarse en una pose cuando se trata de explorar terrenos, la pasión que siente por ellos es palpable. Y porque, si juntas eso con un talento desbordante para la composición, la interpretación y (ya nadie puede dudarlo) la producción, el resultado es no solo recibir este disco con los brazos abiertos, sino querer otro. Ojalá “demasiadas canciones” como estas.
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