Heaven To A Tortured Mind
DiscosYves Tumor

Heaven To A Tortured Mind

8 / 10
Sergio Ariza — 07-04-2020
Empresa — Warp
Género — Pop

La etiqueta de experimental ha venido acompañando a la música de Sean Bowie, mejor conocido por su alias Yves Tumor, desde que comenzó su carrera a mediados de la década que acaba de terminar. Luego, en septiembre de 2018, apareció "Safe In The Hands Of Love" y canciones como “Licking An orchid” y, sobre todo, “Noid”, la mejor canción de su carrera hasta la aparición de “Kerosene!”, nos descubrían a un artista con una vena pop mucho más accesible de lo que su faceta vanguardista nos dejaba ver. Ahora llega "Heaven To A Tortured Mind", un disco menos diverso pero más cohesionado, una especie de nueva actualización del art rock y el P-Funk setentero mezclado con toques post-industriales y de la escena indie rock de comienzos del siglo XXI, con un bajo omnipresente, melodías y armonías, solos de guitarra, falsetes soul y collages sonoros. Pero que sea menos experimental y más centrado en las canciones no quiere decir que sea menos original e innovador, este es el disco de un artista encontrándose a sí mismo en un excelente momento creativo.

El disco presenta una dualidad entre la belleza de sus melodías y de sus interpretaciones vocales (aquí la voz es la protagonista absoluta) y las aristas de su cuidada producción y sus letras. Es un disco en el que se nota menos la influencia de Throbbing Gristle y entran otras mucho menos habituales en el universo Tumor, en un disco que actualiza sonidos sacados de distintas épocas del soul y el rock, logrando sonar original y propio.

El comienzo no puede ser más potente. Yves Tumor nos ofrece un góspel para un nuevo siglo, a mitad de camino entre el Prince más juguetón y los primeros TV On The Radio, con una producción excelente y un bajo espectacular, combinando estrofas cercanas al soul con un estribillo más cercano al rock, los dos géneros con los que va a jugar y a actualizar a lo largo del disco. “Medicine Burn” es una cacofonía de sonidos que no puede sonar más rock. Es la versión de una estrella rock a través de los ojos experimentales de Yves Tumor.

“Kerosene!” es la mejor canción del disco. Diana Gordon comparte labores vocales con Bowie y se hace con la canción, derrochando pasión y sexo. “Hasdallen Lights” tiene un punto retro soul, con cuerdas y un ambiente setentero. Sirve de presentación para “Romanticist” que lleva ese sonido al futuro, con Kelsey Lu luciéndose junto a Tumor en la voz. Sin respiro nos adentramos de manera caótica en “Dream Palette”, que es algo así como su segunda parte, con Julia Cumming (Sunflower Bean), cantando junto a Bowie, en un tema mucho más rock, con TV On The Radio, otra vez, como referente.

“Super Stars” es una jam caliente y sensual de R&B con guitarras a lo Funkadelic y, nuevamente, un bajo estelar, mientras que “Folie Imposée” es la canción en la que queda más del Bowie más vanguardista, la que más recuerda a la claustrofóbica paranoia que rodeaba a su anterior trabajo, "Safe In The Hands Of Love". “Strawberry Privilege” suena como si Animal Collective o Dirty Projectors, hubieran tenido a Bootsy Collins de bajista. “Asteroid Blues” vuelve a dar el peso principal al bajo, intercalando esas explosiones sonoras a las que es tan aficionado, dando como resultado un tema instrumental hipnótico y amenazante, al que le sigue la calma sensual de “A Greater Love”, un soul tórrido, perfecto para las bajas pasiones, nuevamente con unos excelentes coros femeninos, una gran línea de bajo y una batería con querencia jazz que sirve de cierre.

Yves Tumor ha entregado un disco de notable alto con su quinta obra, un disco que se puede comparar a las mejores obras de Ariel Pink, otro artista que miró al pasado para predecir el futuro. Puede que no haga falta tener una mente torturada para encontrar el cielo en los surcos de este disco.

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