Ys

Quienes pensaban que lo de Joanna Newsom no era más que una pequeña nota de página en eso del “nuevo folk”, ya pueden ir escondiéndose o rectificando: “Ys” es otra obra magna del movimiento (al igual que el “Rejoicing In The Hands” de Devendra Banhart o el debut de Cocorosie).

Quienes pensaban que lo de Joanna Newsom no era más que una pequeña nota de página en eso del “nuevo folk”, ya pueden ir escondiéndose o rectificando: “Ys” es otra obra magna del movimiento (al igual que el “Rejoicing In The Hands” de Devendra Banhart o el debut de Cocorosie). Y eso que solo cuenta con cinco canciones que oscilan entre los siete y los diecisiete minutos de duración. El segundo disco de la norteamericana tras el prometedor “The Milk-Eyed Mender”, donde se acompaña de unos invitados de lujo (Van Dyke Parks a los arreglos, Steve Albini grabando las voces y el arpa, y Jim O’Rourke como mezclador), es todo un ensayo, entre la vanguardia y la tradición, de folk visionario que hace gala de una personalidad avasalladora que escapa de la definición fácil. Acompañada de su insuperable arpa y esa voz tan Kate Bush que a tantos nos gusta (y que a otros tantos desespera) la artista de Nevada vuelve a meternos y hacernos partícipes de cuentos protagonizados por animales perdidos en “Monkey And Bear”, dedica una canción a su hermana en “Emily”, y se desnuda emocionalmente en la canción más inspirada del lote “Only Skin” (donde colabora Bill Callahan de Smog, su actual pareja): una canción de diecisiete minutos que llega a unas cotas de belleza que asustan. Con tan sólo dos discos Joanna Newsom ha redefinido los límites del folk moderno con un compromiso a prueba de bombas. ¿Las claves para conseguirlo? Un gusto por el riesgo casi suicida y una candidez y sinceridad que la hacen irresistible.