Con su segundo larga duración, Years And Years cumplen con todos los requisitos para consolidarse como una de las propuestas de pop británico más potentes de los últimos años. No es un álbum arriesgado a nivel sonoro, más bien es un movimiento hacia la búsqueda de una estabilidad que reafirme la identidad del producto. Eso sí, si hablamos de las nuevas letras, el salto evolutivo es gigante. Olly Alexander ha roto con todas las barreras impuestas en “Communion” (Polydor, 2015) y comienza a liderar con total libertad cada nuevo paso de la banda.. Se trata de una apertura de puertas a lo que verdaderamente quieren ser, a lo que les representa y por lo que quieren ser recordados. Y claro, todo cambio tiene sus consecuencias.
“Palo Santo” es un disco de liberación que se aleja de los orígenes más electros de la banda y apuesta por las referencias de pop y rnb noventeras con las que los miembros crecieron. Dejan su imagen de boy band adolescente, la cara más inocente de los comienzos, y clavan su propia bandera con una nueva imagen construida en torno a la auto-aceptación y la transparencia. A nivel musical nos seguimos encontrando con estribillos adictivos e hipnóticos que te envuelven desde la primera escucha. Y, aunque su lado más tropical está un poco ausente en esta era. Seguimos viéndolo en temas como “If You’re Over Me” o “Rendezvous”. Eso sí, no es lo más interesante del álbum ni de lejos. Han cuidado los detalles al máximo y algo que lo certifica es contar en la producción del disco con figuras como Greg Kurstin (Kelly Clarkson, Sia, Lily Allen), Mark Ralph (Clean Bandit) o Kid Harpoon (Lykke Li, Jessie Ware).
Entre los movimientos a destacar de “Palo Santo”, se podría realzar la búsqueda de crear un pop comercial de calidad que nos recuerda a las producciones de The Neptunes en los 00’s (“Sanctify”) o esa inmersión en “Karma” al rnb que, unida a una de las letras más personales del álbum, convierte el tema en una de las joyas del disco junto a la aplaudida “Up In Flames”. En “Karma”, Olly habla de la fatídica relación que construyó con su padre, su falta de confianza y como consecuencia la frustración generada. Y es que, a pesar de ser un álbum de banda, la sensación que da es más bien la de un diario personal del líder en el que Olly ha vomitado todas sus tensiones y miedos hasta hacerse sangre. Sin filtro alguno, ha colocado las experiencias sexuales, y amorosas, que han marcado su vida como pieza central del disco. Acompañado de metáforas y referencias religiosas el líder habla de su homosexualidad, ideales y fantasías. En los últimos años Olly se ha comprometido con todo tipo de causas solidarias. Ha luchado por la normalización en la lucha por las enfermedades mentales. Se ha convertido en todo un icono de la defensa de los derechos LGTBI+. Y, hasta ha llegado a grabar un documental para la BBC contando sus propias experiencias. Sin duda alguna, el crecimiento personal del frontman ha sido enorme desde que se lanzaron al mercado y era lógico que, como consecuencia, su música se convirtiera en una plataforma de apoyo a todas sus luchas.
Dice Olly que su intención es que, a pesar de ser un disco de alto contenido homosexual en sus letras, termine calando a todo tipo de publico al igual que lo haría un álbum que hablara del amor heterosexual. Y visto lo visto, eso no debería ser un problema. En “Palo Santo” se mantienen las melodías facilonas, accesibles para las masas. Y, de nuevo, la voz de Olly, capaz de alcanzar todo tipo de registros, es la gran protagonista del proyecto. Eso sí, reconozcamos que cada vez suena más forzada y en algunos puntos termina siendo algo chirriante y agotadora. Se puede decir que con esta nueva entrega han sabido mantener su identidad a pesar de las enormes transformaciones. Y, además, se han amoldado a la perfección a las tendencias del mercado construyendo sobre estas su propio sonido. El siguiente paso es alcanzar la madurez.
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