Es atrevido como poco apostar de una manera tan ávida y convencida por la sólida trascendencia que el debut de una banda neófita puede acarrear, sobre todo cuando estamos todavía quitándole el precinto al recién estrenado año y nos queda tanto por descubrir. Sin embargo, cuando un grupo conquista de una forma tan inmediata y sencilla como lo ha hecho este cuarteto de Leeds, automáticamente saltan todas nuestras alarmas al darnos cuenta de que aquí se está cociendo algo muy significativo para la siempre fértil y efectiva escena británica.
“The Overload” de Yard Act no solo es ese disco de guitarras feroces y letras desenfadadas que siempre agradece el respetable más prosaico, sino que además guarda tras de sí una acidez a caballo entre el humor y la conciencia de clases que pone a su líder y vocalista James Smith a la cabeza de los letristas más brillantes de la escena punk actual. Suyos son versos tan demoledores y puntiagudos como las líneas que encontramos en canciones como “Payday” (“We all make the same sound when we get mowed down and there are starving children in Africa/so go send your toy guns to Bosnia”) o “Land Of The Blind” (“Whilst peace treaties are breached so we can all fuck about half naked on the beaches of some far off foreign land”), encuadrados en esa cruda patina que otorga el marcado acento de Smith, con sus engolados y carismáticos monólogos.
Desde la gentrificación, el consumismo o el auge de la derecha en Reino Unido, pocos son los asuntos de estado que se libran de la mordaz y perspicaz dosis de spoken-word incendiario de Yard Act, aunque también contemplan combinaciones menos aceleradas con las que rebajar la tensión, como las resultantes de las cálidas melodías encontradas en “Quarantine The Sticks” o “100% Endurance”. Con este material incendiario, Yard Act se colocan a la cabeza de la nueva generación británica del post-punk que tantas alegrías nos está dando en estos últimos años.
Como si de una caricatura de ellos mismos se tratase, “The Overload” es un sórdido y paródico retrato de esa Gran Bretaña decadente, dibujado a través de once pistas que además de confirmarnos todas las debilidades que nos segregan y machacan, también nos da esperanzas para combatirlas.
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