Yann Tiersen regresa tres años después de ese “11 5 18 2 5 18” (Mute, 22) que apostaba por la numerología, en este caso con una referencia amparada por discos bien diferenciados y, de algún modo y dependiendo del momento, complementarios o contrapuestos entre sí. Dos mundos, cuando menos, representativos de inquietudes latentes en esas diferentes coordenadas que suelen ser campo de acción del afamado y siempre inconformista compositor.
El músico francés muestra su faceta más introspectiva, clásica y delicada en “Rathlin From A Distance”, un disco en el que el piano resulta protagonista único destinado a tejer unas emociones que son, desde hace tiempo, seña de identidad del autor. Una bonita obra con tintes cinematográficos que insinúa escenas tan lacónicas como en realidad acogedoras, a lo largo de un total de ocho piezas bautizadas con el nombre de otros tantos lugares que hicieron las veces de inspiración. Un tramo orgánico que, en manos del de Brest, resulta un arte en sí mismo, manejado con maestría desde hace décadas. Carencia de sorpresas en una obra que tampoco las reclama y que, precisamente, apuesta por una asentada (y lograda) sedosidad como línea argumental entre la que acontecen “Ninnog”, “Tórshavn” o “Caledonian Canal”.
Por su parte, “The Liquid Hour” presenta la faceta más inquieta, tornadiza y vanguardista del galo, en una fracción que apuesta por cambios de ritmo que en su mellizo brillaban por su ausencia. Cinco cortes que tienden a superar los diez minutos, en los que electrónica y vueltas de tuerca adicionales hacen su aparición para perfilar definitivamente el asunto. Tiersen se hace acompañar, en buena parte de “The Liquid Hour”, por Quinquis –aka Émilie Tiersen–, caso de en esa grandiosa apertura que es “Stourm”, “Arne” y “Dolores”, a las que se suman “Ninnog At Sea” y “The Liquid Hour”. El título mantiene propiedades cinéfilas, pero apunta en direcciones muy diferentes con un nervio más marcado, incluso apuntando a la ciencia ficción con una veta más sintética, industrial, misteriosa y experimental.
La doble referencia lanzada por Yann Tiersen es una buena muestra del plan de acción del firmante y también de su legado, tras abarcar diferentes recovecos dentro de la extensa visión artística del responsable de la banda sonora de “Amélie”. Una referencia que no se sitúa entre lo más determinante ni trascedente de su catálogo, pero que sigue señalando a un artista dotado con una pluralidad que, por sí misma, enriquece cualquier lanzamiento inmerso en su libro de estilo.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.