Cinco largos años ha tardado Bebe en darle continuidad a la exitosa sorpresa que supuso su primer disco, “Pafuera telarañas”. Un lustro en el que han sucedido muchas cosas. Para empezar la venta de discos se ha venido abajo y augura de antemano que repetir el éxito pecunario del primero es absolutamente imposible. Sin embargo, sí es posible, y además va a pasar con total certeza, repetir éxitos en cuanto a repercusión mediática se refiere. No en vano este nuevo trabajo es bastante mejor que el primero aunque no contenga canciones que auguren un single de masas como la archiconocida “Malo” o la oportuna (que no oportunista) “Ella”. De hecho es un disco mucho más íntimo y sincero. Un disco de esos que se escribe en primera persona y aspiran a dejar huella en el corazoncito del oyente. Lo consigue. Tras un inicio espectacular (preciosas “No llorá” y “Me fui”), Bebe se mueve con mayor seguridad y paso firme en terrenos que han explotado con anterioridad otros autores de la escena patria como Albert Pla (“Sin sentido”), La Mala (“La bicha”), Robe Extremoduro (“Qué mimporta”), pero también cantautores de la sensibilidad lírica de Jorge Drexler (“Busco me”). Aunque lejos de comparar, lo realmente interesante de este disco es que Bebe ha encontrado un discurso que le sienta como un guante y lo explota con una elegancia sonora que lleva el sello de Carlos Jean y la personalidad desbordante y sincera de una cantante que ha crecido y se lo cree.
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