La electrónica y la biología, los ritmos como ADN. A veces conviene contemplar la música desde ese punto de vista: comprobar como los estilos no dejan de ser familias genéticas, variaciones sobre una misma secuencia, con rasgos reconocibles y a veces apenas pequeñas aportaciones casi imperceptibles, pero presentes que van convirtiendo un estilo en algo completamente nuevo de forma inexorable. Desde ese punto de vista cada nueva canción sería un organismo con vida propia, una aparición fulgurante en el universo que pronto será olvidado, pero que transporta información, su ADN, de A a B, generando nuevas canciones, nuevas variaciones, nuevas secuencias. Bajo esa perspectiva, ¿cómo explicamos la aparición de ARCA?
Con apenas veinticuatro años, el venezolano Alejandro Ghersi se ha convertido en el productor de referencia del momento. Trabajó en el “Yeezus” de Kanye West, ha colaborado con FKA Twigs y confirmó recientemente su implicación en el nuevo álbum de Björk. Desde su residencia en Londres, Ghersi se ha ganado la reverencia generalizada y la admiración sumaria por parte de una prensa especializada que esperaba con ansias su primer largo, y más después de la deslumbrante mixtape “&&&&&”, en la que ya empezaba a esbozar algunas de las ideas que “Xen” expone de forma más definida y espectacular: la creación de un organismo sintético dotado de una naturaleza sin parangón en la electrónica actual, una suerte de híbrido alienígena ante el cuál sólo cabe maravillarse. Porque la música de ARCA parece provenir, simplemente, de otro planeta, en gran medida debido a su obsesión, aparentemente contradictoria, por la ciencia y lo sobrenatural, dos lenguajes presentes en su música de forma sutil pero constante, de la misma manera que gran parte de los pasajes de “Xen” (cabe incluso olvidarse de hablar de temas en el sentido clásico) parecen crear en el oyente una suerte de fascinación morbosa comparable a la que sentimos viendo microbios bajo un microscopio y comprobando que la vida es algo minúsculo pero definitivamente superior a nosotros. La música de ARCA produce vértigo.
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