Se acababa de estrenar el año 1989 cuando Lou Reed contaba con 46 años de edad y se sacaba de la manga su mejor disco en solitario: el inesperado “New York”. Álbum que mostraba una mirada nueva del bardo de la gran manzana, con una lírica más intrincada y profunda, capaz de tejer historias inmortales con una sonoridad eléctrica, parca pero precisa, que contribuía a afianzar la versión adulta y renacida del músico estadounidense. Pues bien, estamos en 2022, Xarim Aresté cuenta con 38 años de edad y acaba de sacarse de la manga su mejor e inesperado trabajo hasta la fecha. Su particular 'New York' como obra de madurez alambicada en lo lírico, pero de una sinceridad tan bella como peculiar. Disco con una sonoridad acústica, parca pero elegante, y con un evidente aire “dylanesco” que lo acerca a la americana en más de una ocasión.
A ver, reconozco que empezar esta reseña estableciendo esta comparación de dos discos tan alejados entre sí, ha sido muy arriesgado. Sobre todo si tenemos en cuenta que el primero tienen una pulsión eléctrica y evidentemente urbana, mientras el segundo la tiene acústica y campestre. Todo un océano de por medio los separa. Cierto. Sin embargo, a mi me parece evidente que existe un hilo invisible entre ambos al mostrar, en un momento crucial de sus carreras, esa versión del músico libre de ataduras para hacer lo que le plazca sin tener que demostrar nada a nadie, tan solo a uno mismo. Una madurez que se adquiere a base de rodar y rodar. Además, y en mi defensa ante tamaño atrevimiento, os invito a escuchar “Fresqueta” o “El que havien escrit” y descubriréis que la esencia del salvaje paseo de Reed supura por todos los poros de Xarim. Ahí lo dejo.
Es verdad, no obstante, que si hubiera empezado tejiendo una comparación con un disco de Ryan Adams, es posible que en el plano sonoro se hubiera entendido más, aunque habría flojeado en lo lírico. Y es que Xarim Aresté se ha marcado unas letras de una belleza inusual que demuestra su destreza a la hora de escribir versos . Si a eso le añadimos los elegantes arreglos de viento cortesía del Pep Garau Sextet, tenemos una colección de canciones de esencia folk que te van hipnotizando hasta captar la atención de todos tus sentidos. Un extraño vudú sonoro que se materializa en detalles sonoros enormes. Solo hay que escuchar la magia del piano de esa maravilla que es “La matança” con ese solo de guitarra tan elegante como arrebatador. O ¡qué decir! de la belleza que desprende esa balada de aires country titulada “Ja no hi ets” o de ese acercamiento al universo Tom Waits de “Un boig baixa del tren cridant”... Y así podría seguir hasta desgranar tema por tema cada uno de las once maravillosas dianas que componen un disco que además tiene la versatilidad de lo diverso. Y es que condensar el legado de Reed, Dylan, Van Zandt y Waits en un solo álbum y salir airoso de forma genuina, no está al alcance de cualquiera.
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