Tom Odell se ha erigido en algo así como la respuesta pija a Jake Bugg, joven rubio y atractivo que hace tres años saltó a la palestra con un primer disco que arrasó en las listas británicas con su pop endeble pero repleto de estribillos coreables. Ahora regresa con un segundo largo que se recrea en su nuevo rol de pop star. Temas como “Magnetised” o “Constellations” parecen jugar a hacer de Odell el relevo generacional de Chris Martin, con su pop grandilocuente en el caso de la primera o la sensibilidad impostada en el de la segunda.
El cotizado Jim Abbiss (Arctic Monkeys, Adele, Kasabian) es el encargado de tratar de hacer crecer el sonido del álbum junto al propio Odell. También hay buenos momentos de pop indeleble en las manos de la titular “Wrong Crowd” o la efectiva “Silhouette”, pero no son suficientes para significar el disco más allá de un instrumento a la hora de seguir construyendo la imagen de Odell como el solista pop más exitoso de su generación, de forma más forzada que creíble.
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