Por alguna extraña razón, Black Rebel Motorcycle Club parecen haber tenido mala prensa a lo largo de buena parte de su trayectoria, pero lo cierto es que rara ha sido la entrega en la que el grupo no ha cumplido a la hora de firmar unos cuantos temas valiosos y afilados. Lo han hecho, además, manteniéndose fieles a su estilo y preferencias originales, sin traicionar su universo sonoro y al margen de modas con las que les adelantaban por la izquierda.
Cinco años después de “Specter At The Feast” (Vagrant, 13) los californianos siguen trabajando sus parámetros, y entregan un disco con mayoría de momentos inspirados en lo que supone un trabajo accesible y con no pocos estribillos pegadizos dentro de su oscuridad manifiesta. Una selección que incluye piezas de guitarreo sucio deudoras sin disimulo de The Jesus & Mary Chain, caso de “Spook”, “Question Of Faith”, el single “Little Thing Gone Wild” o “King Of Bones”, junto a otras más cercanas al dream-pop como “Haunt” o al shoegazer como “Calling Them All Away”.
En total una docena de nuevas composiciones que resultan solventes incluso cuando la banda suena peligrosamente a U2 -como sucede en “Echo”-, en una canción que hubiese mejorado el último (y acomodado) trabajo de los irlandeses. Tampoco les va mal cuando se acercan a una psicodelia del tipo de The Brian Jonestown Massacre, por ejemplo en “Ninth Configuration”, “Circus Bazooko” o “Carried From The Start”. En definitiva, un buen disco el del trío norteamericano, que hubiese quedado más redondo de haber sido reducido a diez temas, pero de nuevo dotado de un sonido atemporal que presume de rock clásico en su contenido.
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