A pesar de convertirse en favoritos de la prensa británica, que ha acogido su reciente primera gira por las islas con entusiasmo, Goat siguen siendo prácticamente unos desconocidos en nuestro país, donde este debut por el momento ni tan siquiera ha encontrado distribución. Y ello a pesar de que, tanto conceptualmente como en lo musical, los suecos se presentan como unos de los principales animadores surgidos del underground de lo que llevamos de año.
Escondidas sus identidades tras máscaras, se presentan ante el mundo como un colectivo que opera desde la diminuta localidad de Korpolombolo, a la que la escueta biografía del grupo atribuye lejanas (y paganas) relaciones con el vudú. Sea eso cierto o no, el vínculo con el esoterismo tropical no deja de estar bien traído y, como unas Slits especialmente furiosas, Goat introducen en la coctelera diversas tradiciones musicales: la polirrítmia tribal de Congotronics, la psicodelia pesada de bandas como Amon Düül II o Flower Travellin’ Band y el desgarro vocal del after-punk colorista que aportaron The Raincoats, Au Pais o las citadas The Slits. Con estos ingredientes y entre vahídos de wah wah y criminales zarpazos de fuzz, el misterioso combo sueco cocina una hora de música concebida para resucitar a un muerto.
Obra amestra absoluta... No doy credito!!!
¡¡¡Realmente una música endiabladamente hermosa!!!