Es curioso como Cass McCombs ha ido oscureciendo su discurso disco a disco desde aquel “A” (2003), celebrado debut lleno de pop de guitarras a lo Felt meets los primeros Echo And The Bunnymen, al que siguió un notabilísimo y continuista “PREfection” (2005). El cambio de rumbo vino con “Dropping The Writ” (2007), obra de transición en la que las guitarras bajaban revoluciones y se empezaba a vislumbrar un pop más contemplativo y melancólico, fórmula que brilló en el excelente “Catacombs” (2009), y que ahora da un paso más en el casi fúnebre y suicida “Wit's End”. Desde el mismo título (la traducción de “Wit’s End” vendría a ser algo así como estar desesperado o no saber qué hacer), la nueva entrega del estadounidense se debate entre un espíritu casi mortuorio (“Buried Alive” deja sin aliento), y la belleza y emoción que destilan unas canciones confesionales de pop comatoso muy a lo Alex Chilton era “Third/Sister Lovers” llenas de recovecos en los que refugiarse y perderse tres vidas si hace falta (“The Lonelly Doll”, “Pleasent Shadow Song”, “Saturday Song”). Dicho esto, destacar en especial dos de los cortes de este bellísimo descenso a los infiernos. Por un lado esa joya de soul blanco con guiños a 10cc que es “County Line”, y por otro, la curiosa “A Knock Upon The Door”, nueve minutos donde McCombs juega a ser un Tom Waits de juguete.
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