En abril se cumplen cuarenta años del primer concierto de la banda de Colin Newman y compañía en el Roxy Club de Londres. Wire celebran la ocasión, sin caer en la trampa de la nostalgia, con un nuevo álbum. El decimoquinto, nada menos. Newman, Lewis, Grey y el último en llegar, el guitarrista Matthew Simms, amplían las virtudes del sobrio y conciso Nocturnal Koreans y por extensión, de todo su catálogo reciente, donde apenas han resbalado. Pocas bandas de su generación han llegado a nuestros días con la dignidad de Wire. Quizá, en Silver/Lead los riffs pesados (Diamond In Cups, la enorme This Time) y los tiempos moderados (como el del sereno cierre que da título al disco), dibujan más contrastes, pero los territorios visitados por Wire nos resultan familiares desde los primeros acoples eléctricos de Playing Harp For The Fishes y la velocidad frenética del single Short Elevated Period, lo mejor que han hecho desde la sublime Perspex Icon. Sólo Wire suenan a Wire y ése será el mayor legado de un grupo que, por alguna misteriosa razón, sigue en tensión, vital y fresco.
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