Ser la banda favorita de Chris Martin puede pasar factura. Al menos, a corto plazo. Puede ocurrir que confundan tu piano con el que golpea a lo atormentado Martin y entonces estarás perdido (indiscriminada avalancha de fans incluida). Por suerte, parece que pocos han oído las declaraciones del ya casi retirado Martin respecto a Morning Runner, con lo que Matthew Greener y sus chicos pueden seguir su camino sin que se les cuelgue el apelativo de “no es más que otra banda a lo Coldplay”.
Y digo por suerte. Porque el debut de Morning Runner (sin dejar de ser un refrito de los que probablemente sean sus gustos: Radiohead, Grandaddy, U2, los Strokes, incluso Suede y Pulp) amplía con creces el abanico de sonidos melancólico-suicidas-sin-sentido de Coldplay y similares (ya tenemos por aquí el segundo disco de Keane), inyectándoles una necesaria y muy coherente dosis de rabiosa adrenalina (“It’s Not Like Everyone’s My Friend” y “Burning Benches”, por poner dos ejemplos) y hace escuchables y hasta escurridizas las inevitables baladas (“Hold Your Breath” y “Oceans”). En definitiva, un aparente soplo de aire fresco con posible fecha de caducidad.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.