“Parecen ruinas futuras donde alguien esconderá túneles de huida, nuevas mitologías”. Guillermo Farré ha construido su propio cohete a la luna con el que escapar de este presente tan gris a la velocidad de la luz. El nuevo álbum de Wild Honey es una bella, y oxigenante, colección de canciones que forman un precioso paisaje al que acudir cuando necesitas inspirar con fuerza. Un viaje sencillo, cálido, íntimo y elegante. Unas entradas para un día de sol donde encontrar la calma y recuperar esos momentos del pasado que el tiempo nos arrebató, esa vida que tanto añoramos. Lograr así despedir, definitivamente, una realidad que no queremos que se quede para siempre. Y como respuesta a este regalo nos vemos obligados a proteger todo este gran repertorio, guardarlo y cuidar de él como si fuera nuestro.
“La luz se filtra por la ventana, videollamadas que se entrecortan… Quién beberá más, ahora que sé que algunas cosas siempre salen mal”, narra el artista en “En los márgenes de lo que llamabas realidad”. Unido a Remate, Farré ha aplicado todo el trabajo explorado en conjunto a la hora de crear bandas sonoras a una serie de grabaciones que tenía olvidadas en el móvil y que daba por perdidas. Lo que empezó como unas demos a piano y voz, con toda la esencia maquetera que te puedas imaginar, terminó convertido en un universo sonoro preciosista, delicado y auténtico. Arreglos de cuerda espectaculares, teclados que se entrelazan a los sintes y se desarrollan bailando juntos con gran naturalidad. Unos metales preciosos que tienen su punto álgido en la ya anteriormente citada “En los márgenes de lo que llamabas realidad”. Y, por supuesto, el brillante trabajo de Ali Chant (Aldous Harding, Perfume Genius) a la hora de mezclar el proyecto desde Bristol, y darle el valor que se merece, hace que el círculo se cierre de forma sobresaliente. Si algo bueno tuvo tener que construir este disco en el confinamiento, fue poder trabajar con grandes genios a distancia. Y menos mal, eso sí, que Remate y Farré se entiende ya como si fueran uno solo, se nota, y hacer todo el proceso creativo a través de videollamadas no ha dejado mella alguna en el resultado final de la pieza.
“Te imaginé atravesando aeropuertos nevados, autopistas cortadas, escribiendo postales desde Nueva Zelanda”. Las “Ruinas futuras” de Wild Honey están cargadas de escenarios imposibles, localizaciones oníricas que solo nos llevan a seguir soñando con esa larga lista de “pendientes” que tenemos desde que todo se paralizara en marzo de 2020. Este nuevo álbum es un canto al regreso a la vida, la supervivencia a un futuro incierto pero necesario, un presente inesperado y las ganas de escapar del día a día. Farré se había encerrado en su propia rutina, había guardado la música en un bolsillo y se había centrado en la paternidad. Pero, curiosamente, cuando menos se lo esperaba terminaron saliendo estas grabaciones guardadas para convertirse en canciones y, la verdad, no había momento mejor para hacerlo. No solo Wild Honey firma con este disco su mejor lanzamiento hasta la fecha, sino, que además, nos ha hecho entrega de una colección de canciones terapéuticas a las que siempre quieres volver y en las que pocos defectos encuentras. Puede que todo este entusiasmo hacia “Ruinas futuras” esté ligado, o incluso contaminado, al inicio de la redacción de esta crítica en un viaje de huida hasta mi ciudad natal para escapar un poco de la vorágine madrileña y que mis seres queridos vuelvan a cargarme las pilas. Puede también, que todas esas melodías hayan servido de banda sonora a un viaje en bus post pandémico y que eso me haya hecho conectar al 100% con el álbum. Pero bueno, para eso se supone que está la música, ¿no? Para ligarla a momentos inolvidables y que forme parte de la historia de nuestra vida.
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