En su celebrado debut, Yard Act apostaban por un anguloso y austero post-punk de autor al que llegaron -afirman ellos- por las limitaciones del momento. Se agradecía su sano sentido del humor y cierta ligereza dentro de un género que suele inclinarse a la oscuridad introspectiva. Las letras inteligentes de James Smith (imposible encontrar un nombre más inglés), de un costumbrismo lúcido menos amargo que el de otros colegas, ponían la guinda. Y un directo incontestable hacía el resto. ¿Resultado? Nuevo grupo favorito en su país y parte del extranjero.
En la secuela, los de Leeds han cambiado de registro. Aprovechando los medios que les brinda el éxito, se abren a influencias de música negra (hip-hop, R&B, soul, funk, disco...), guiados por el espíritu creativo de bandas que adoran como los inimitables Beastie Boys (“Down by The Stream”, “Fizzy Fish”). La idea es dejar de lado las limitaciones instrumentales de la formación de rock al uso, usando samples eufóricos (al estilo de The Avalanches) y dando rienda suelta a su lado más bailable y vitalista.
La producción de Remi Kabaka Jr., artífice del sonido de Gorillaz, resalta esta vocación. “An Illusion”, híbrido entre hip-hop arrastrado y estribillo de sofisticado soul luminoso precede el vibrante single “We Make Hits” (bonito homenaje a “Sabotage” en el vídeo), sentando las bases de un álbum que también tiene sus momentos más en blanco y negro que remiten a su debut (“Petroleum”).
Pero al final, sabemos que más allá de influencias y arreglos, todo depende de la inspiración de las canciones. Y como le pasa a otros grupos actuales metidos en la vorágine del éxito y las giras interminables, el disco oscila entre sus picos brillantes (el bajo y las guitarras angulosas de “Dream Job”, las cuerdas disco de “The Undertow”, el estribillo de “Petroleum”, el dueto con Kathy J Pearson en “When The Laughter Stops”) y otros momentos menos memorables. Me queda la impresión de que han tratado de compensar con (excelentes) arreglos y muchas ideas la falta de material más sustancioso…aunque Smith se vacía con historias tan personales como “Blackpool Illuminations”, donde evoca una tierna historia de su infancia que condensa el espíritu luminoso del álbum.
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