“Poverty is killin' us, the government's killin' us. If they ain't killin' us, then we're killin' ourselves”. Dave ha convertido el poder en voz e iniciado una necesaria lucha a favor de los derechos de su gente y de todas esas minorías a las que nadie escucha. “We're All Alone In This Together” es un sincero y doloroso viaje en barca por un presente sociopolítico que ataca la inmigración, esconde la violencia juvenil y fomenta la pobreza. Una carta sobre los obstáculos que la propia madre de Dave tuvo que superar para seguir adelante tras ser deportado su marido. Y, a la vez, un reflejo de la evolución de un joven de raíces nigerianas que consigue hacer sus sueños realidad enfrentándose a cientos de inseguridades y una compleja salud mental que explica bien en esa maravillosa apertura que es “We're All Alone”: “I got a message from a kid on sunday mornin' said he don't know what to do and that he's thinkin of killing himself. Me and him got more in common than he thinks but i tell him to see a shrink so I can go on and live with myself”.
La capacidad de transmitir su dolor, la crudeza de sus palabras y su habilidad para convertir las emociones en historias. Ha hecho que Dave se transforme en el espejo en el que cientos de personas se reflejan ya que hasta ahora no habían encontrado alguien con el que identificarse. Se sienten protegidos bajo la sombra de un rapero que cuida en vez de enfrentar. Cuyos valores principales son los del respeto a la familia, a uno mismo, a ser agradecido con todo lo que la vida te regala y luchar por tus derechos. De ahí que este segundo largo sirva principalmente como homenaje a los inmigrantes británicos que sobreviven en condiciones hostiles observando, a su vez, que el país se enriquece a su costa sin ayudarles (“In London, a place where it's nicer to live, is only five minutes out from the guys on the strip”). En “Heart Atack”, Dave explica como la supervivencia por llegar a fin de mes ha hecho que la violencia juvenil crezca de forma abismal en el Reino Unido. Habla de la hipocresía de un país que vende la diversidad y, a su vez, ahoga a los inmigrantes que no tienen gran poder económico. “In The Fire” habla también de todo esto, y bajo ciertos guiños gospel (samplea “Have You Been Tried” de The Florida Mass Choir) enlaza grandes colaboraciones, voces que representan la elevada posición de Dave en la industria británica actual. Entre ellas, destacamos al mítico Giggs o a ese gran Ghetts, cuya familia también tuvo que luchar por salir de la pobreza cuando su padre les abandonó (“I'm the eldest, the one who had to make a name so the bells ring”). Por supuesto, el álbum también tiene hueco para hablar de cómo la riqueza te hacer ser alguien en esta socidedad burguesa. Cómo en los últimos años Dave se ha colocado en una situación privilegiada y, por esta misma razón, destaca tantas veces a lo largo del disco los enormes logros materiales que ha conseguido gracias a su carrera. Un ejemplo de ello, es ese “Clash”, uno de los temas de presentación del disco, en el que le saca brillo a todo ese lujo acumulado (relojes, coches, relaciones amorosas fugaces...) junto a Stormzy y una pequeña colaboración de Headie One.
Esta injusta posición de Inglaterra frente a la inmigración es histórica y lo explica muy bien en “Three Rivers”, tema en el que James Blake entra en la producción para trabajar una preciosa base de piano y violín. En este hablan de los refugiados y, más concretamente, analizan la “Windrush Generation” y sus descendientes. El escándalo que se produjo en 2018 que llevó a la detención y hasta deportación de algunos de ellos de forma errónea (“Tropical sun, that's life in the 60's comin' from the Caribbean. You know Ian, Delroy, Vivian, Winston; who got drafted to England”). La verdad es que Dave está increíblemente orgulloso de sus raices nigerianas y cómo su madre sobrevivió con lo que pudo y le entregó todo lo que tenía en la vida. “I think back to my youth and I was so ungrateful. How many of our parents dreams they abandoned so they could put food on the table?”, cita en “Heart Attack”. Por eso defiende a su pueblo a capa y espada, sus valores, su cultura. Y aunque este nuevo trabajo mantiene bien esas bases melódicas oscuras y frías que le alzaron en “Psychodrama”, también está lleno de referencias al sol de sus antepasados. Un reflejo de ello es la inclusión de la lengua Yorùbá, que se habla en el occidente de Nigeria, de la mano de Boj en “Lazarus”. La participación del también nigeriano Wizkid en “System” o el trabajo con bases afrobeats en algunos de los temas (“We're from Nigeria, Benin City, Sin City. Don't know what it's like? Take a trip for yourself”).
Al margen de todo este recorrido cultural, este segundo largo vuelve a adentrarse también en la mente de Dave y las vivencias que han marcado su forma de ser. Vuelve a hablar sin prejucios de sus subidas y bajadas emocionales. De la ansiedad que le provoca la fama, sus miedos e inseguridades. “The truth is I got really anxiety. I'm on the motorway, cryin' in the driver's seat, I don't even know where I'm goin. I got love, but I don't know how to show it, Is this life?”, lanza en “Survivor's Guilt” donde samplea a Jorja Smith. Por otro lado, nos habla a lo largo de todo el disco de cómo le ha marcado la ruptura con su pareja. Una relación que resume a la perfección en esa gran “Both Sides Of A Smile” en la que cuenta con James Blake de nuevo y esta vez con parte vocal incluida. Aunque, lo mejor de esta canción es esa batalla de casi spoken word junto a ShaSimone (aunque no esté acreditada como colaboración) simulando una pelea con su pareja en la que saca todos sus defectos a relucir (“I ain't askin' you to be someone you wasn't, I just wanna fuck with the person I fell in love with”).
De nuevo Kyle Evans ha sido una pieza vital en la producción de este segundo largo. A estas alturas no solo es uno de los mejores amigos de Dave, sino que está claro que han encontrado entre los dos la esencia del camino sonoro que debe seguir el artista. “We're All Alone In This Together” vuelve a estar repleto de bases sencillas como su predecesor, pero a la vez brillantes y emotivas. Es un disco que desprende humanidad por todos los lados y, lo más importante, autenticidad. La capacidad de contar historias de Dave es intachable. Desde la portada con esa reinterpretación del famoso “Impresión, sol naciente” de Monet que en esta ocasión te traslada a un bote que busca una vida mejor. Hasta todas esas maravillosas canciones que algún día piensa convertir en la banda sonora de una película sobre la historia de su madre (a lo largo del álbum aparecen conversaciones con su agencia de representación, el director de sus videoclips y hasta cierra con una grabación de Daniel Kaluuya como posible futuro involucrado en la misma). El imaginario de Dave es tremendamente sólido e infinito. Lo que nos fascinó en su álbum debut sigue creciendo, madurando con buen gusto, y demostrando que Dave es un verdadero artista que no busca el éxito al uso sino más bien lo usa como herramienta para sanar sus heridas y ayudar a los suyos.
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