Ok, reconozcámoslo: éste no es un disco de canciones ni estribillos a corear; “Welcome To The Octagon” te arrastra (te engulle y no te suelta) por un terreno abrupto, lleno de arenas movedizas y rocas escarpadas, que te deja al borde de un precipicio: acaba “Vs The Universe”, el último corte, y no sabes cómo reaccionar. Tu cuerpo está entumecido, tus oídos aún chirrían y lo último que te apetece ahora mismo es escuchar a Sigúr Ros. ¿Sabes por qué? Imagínate que acabas de salir disparado del túnel del terror, perseguido por las zarpas de Freddy. ¿Qué haces: ir a comprar algodón de azúcar o volver a pagar religiosamente para darle una patada en los mismísimos a Leatherface? Aplícate el cuento y aprieta el ´repeat´ en tu discman. Sal a la calle, ignora al vecino con “We Do It Everyday” explotando en tu cabeza y para cuando el inicio groovy de “Western Wield” te haga pensar en Jon Spencer el volumen estará tan alto que habrás logrado lo imposible: eliminar al ´krusty´ que toca el acordeón en tu vagón del metro. Ensordécete del mundo a placer.
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