Alex Edkins, guitarra y voz de la abrasiva banda canadiense Metz, sorprende gratamente con su debut en solitario: un trabajo sólido, entretenido y por momentos brillante, en el que muestra su lado más melódico y sencillo, sin olvidar la energía explosiva que le caracteriza.
Salvando las baterías y alguna colaboración vocal y de sintetizadores discretos, todo lo que suena en este debut homónimo bajo el nombre de “pesadilla rara” lo ha grabado él, a partir de ideas originales y algún descarte que no cuajó en su banda. Estamos, pues, ante una obra personal en sentido estricto, de esos discos que se gestaron aprovechando el paréntesis de la pandemia, pero alejado del solipsismo estéril. De hecho, aquellos que estuvieran un poco saturados de la presión sonora de Metz van a encontrar alicientes en unas canciones que respiran más y se abren a territorios insospechadamente luminosos, dentro del peculiar universo de Edkins. Su artífice confiesa que llevaba una década sin tocar acordes abiertos.
Si los singles “Searching For You” y “Lusitania” daban pistas del buen nivel de calidad que íbamos a encontrar, son joyas de punk pop vigoroso (o rock a secas) como “Wrecked” o la estupenda “Sunday Driver” las que elevan el listón de una colección de canciones con ecos que van del post-punk y el shoegaze al grunge (la huella de Nirvana es alargada) y el rock sin aditivos, y que se benefician del pasito atrás que da Edkins en términos de disonancias. Puede que en la segunda cara del LP el de Toronto no se muestre tan inspirado como en la primera, pero el álbum deja el inconfundible buen sabor de boca de los discos hechos por necesidad más que por cálculo.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.