La historia: Tom DeLonge, guitarrista de Blink 182, decide, al poco de la separación del grupo, iniciar un nuevo proyecto junto a David Kennedy, guitarrista de su otro combo Box Car Racer y exmiembros de bandas como The Offspring y Distillers.
Con ellos afronta el reto de probarse como artista y dotar al concepto de madurez de un significado diferente al que preconizó con Blink 182 en su evitable último disco. El resultado, mirado con buenos ojos, convence. No pertenecerá a ninguna de las listas de lo mejor del año (bueno, a los de Spin habrá que verlos), pero los californianos tejen un álbum de fuera del género pero respetable, intermitente e irregular, pero con algunos temas a tener en cuenta. La machada que pretende DeLonge es mezclar en el disco riffs setenteros y ese característico efecto de infinite guitars de los U2 ochenteros con, asombroso, desarrollos instrumentales deudores de Pink Floyd y atmósferas propias de los The Cure o Echo & The Bunnymen más oscuros. Bueno, al menos en cortes como “The War”, “The Adventure”, “The Gift” o “It Hurts”, la fórmula funciona.
Ya habia pensado en bfque9 le seucdif3 a Tom Delonge? pasf3 de alabar los senos grandes a agradecer por la vida y buscar formas de que sus fans reflexionen sobre el valor de esta, quize1s no lo sabremos pero a med me gusta lo que hace