Wasting Light

Para ser honesto debo confesar que soy muy fan de los dos primeros discos de la banda de Dave Grohl, pero con cada trabajo posterior había ido perdiendo gradualmente el interés por su música. Y lo hacía en la misma medida en la que ellos, en un camino digamos inverso, aumentaban su popularidad y repercusión. La reiteración de esquemas melódicos, el riff ya consabido, la base rítmica cuadriculada, los guiños metaleros, la voz de Dave.. todo me parecía que no solo conferían un sello a un sonido reconocible a la primera nota, sino que también les hacía sonar monocordes, con una especie de monotonía tonal de la que iban a ser incapaces de escapar. Me equivocaba.

Sin alterar sus postulados y sin moverse un ápice de su estilo, el séptimo trabajo de Foo Fighters recupera el pulso compositivo de la banda y lo sitúan al nivel de sus dos primeros discos. ¿Su mejor trabajo desde “The Colour And The Shape"?. No lo dudes. Ahí están canciones tan incontestables como la vacilona y pegadiza “Dear Rosemary”, en la que la huella de la guitarra y la voz de Bob Mould es algo más que una anécdota, y nos recuerda a todos que más allá de la imprescindible carrera e influencia posterior de Hüsker Dü, también existieron Sugar. Pero es que el inicio del disco es arrebatador, pura furia. Las guitarras de Chris Shiflett y Pat Smear, crean una muralla marca de la casa, apuntalada por una base rítmica que es la razón de ser de su sonido. No es casualidad que el líder de la banda se diera a conocer como batería, pues es el feroz golpeteo de la caja el que siempre los ha definido.

Tampoco es casualidad que tras tantos años, antiguos compañeros de viaje como Butch Vig (productor) y Krist Novoselic participen de los réditos de un grupo que se ha mantenido siempre arriba. Y además ese status era algo que lograban mientras otros como Everclear, The Goo Goo Dolls o Fastball se venían abajo usando mimbres similares. “Rope” nos acerca a la efectividad de su segundo trabajo. “White Limo” suena a los QOTSA más rabiosos y demuestra el puente que Motorhead ha tendido entre los dos grupos. “Arlandria” suena a lo que nos tienen acostumbrados, es decir, esa combinación certera entre melodía, furia contenida, cambios de ritmo y crescendos efectivos. Nada que cualquier otro no pueda hacer, pero que no le saldrá ni la mitad de bien que a ellos. “These Days” es un medio tiempo con estribillo contagioso a lo “My Hero”. En “Back & Forth” bajan la pistonada y se les ven las costuras a las que me refería al principio, es decir, suenan de memoria y el tema podría ser intercambiable por cualquiera de un disco anterior. Recuperan el pulso con la efectiva “A Matter Of Time” que sin ser excepcional, el crepitar de su ritmo te mantiene pegado a la escucha del álbum sin caer en la tentación de pasarla de largo. “Miss The Misery” tiene ese punto épico tan propio del rock duro más clásico que la hacen de lo más apreciable. Mientras que es en “I Should Have Known” donde él y Krist Novoselic (bajo), exorcizan los fantasmas nirvaneros del pasado con una clásica balada en la que acaba desgañitándose sobre el redoble de la batería. Por último “Walk” pone el broche que un disco de efectivas melodías y fiereza modulada merece. Por todo lo alto.