Tras sacar tres discos en trece meses, que Plum (Drag City, 2017) se haya tomado tanto tiempo en salir dice mucho del tiempo que Wand han invertido en procesar su nuevo trabajo. Y es que Plum posiblemente sea el disco más maduro y versátil de la banda. Un trabajo que reafirma la transición de Wand desde sus orígenes stoner-rock / psicodélico a las baladas, canciones lentas (Ginger, Driving, un poco en Charles de Gaulle…) y algunos temas cañeros.
Y la verdad es que si a la altura de Golem (In the Red, 2015) me dicen que dos años después voy a escuchar a Wand usar una slide-guitar en de The Trap, probablemente no me lo creería. Porque en cierta medida echo de menos esos primeros Wand que con su potente sonido y juegos de dinámicas llegaron incluso a recordarme a Slint en ciertos matices: una caña y potencia que todavía se respira en temas como Bee Karma o White Cat, donde Wand apuestan más por la fuerza y la distorsión, pero en los que a pesar de todo, no llegan a impresionar tanto como sus primeros trabajos.
No obstante, si es por caña y potencia; es bien sabido que estas son aptitudes que Wand saben defender muy bien en directo. Sus conciertos suelen ser muy ruidosos pero sin que ello les haga perder el virtuosismo instrumental de los temas o los matices que Corey Mason luce en la guitarra (un buen mentor en torno a los usos alternativos de una Jazzmaster). Sin ir más lejos, su sesión de KEXP es una auténtica maravilla, un vídeo que se disfruta tanto sonora como visualmente y cuyo visionado recomiendo. Y las pocas veces que he tenido la oportunidad de verles en directo, su sonido ha sido impresionante.
Como tienen fama de variar su setlist constantemente, estoy seguro de que a pesar de Plum el directo seguirá manteniendo los juegos del directo entre temas rápidos y duros, y temas lentos y bonitos. Pero el problema que le veo a Plum es que las baladas que contiene no me enganchan como las de Golem, 1000 Days (Drag City, 2015) o Ganglion Reef (God?, 2014), aunque a pesar de todo me gustaría escuchar como defienden el material de Plum en directo. Creo que hay temas buenos, con una construcción maravillosa y un uso muy preciosista de los arreglos. Pero si este es “el disco lento” de Wand, me esperaba algo mejor.
Al final el dilema es siempre el mismo cuando hay que enfrentarse a la evolución de una banda: Si cambian de sonido, nos rechina; pero si no cambian se convierten en una banda que se ha estancado. Aunque creo que hay cambios que son realmente sustanciales, y las primeras escuchas de Plum no me han dado esa sensación; sigo pensando en Wand como la banda en activo más interesante de la escena guitarrera californiana actual. Aunque parece que la tendencia de todas las bandas coetáneas ha sido virar lentamente al rock instrumental de motocicletas (véase los últimos trabajos de Ty Segall), yo creo que todavía soy demasiado joven para estar de pie durante quince minutos soportando un solo espacial de guitarra eléctrica.
En definitiva, Plum es un giro de Wand hacia un sonido más lento y arreglista, habrá que ver si es la pieza de un cambio o simplemente un experimento de esta banda capaz de permitirse jugar con su sonido. Y aunque el guitarrista ya ha empezado a llevar camisetas de los Grateful Dead, sólo nos queda esperar que no se rindan y sigan apostando por la frescura.
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