Superada la sorpresa inicial de encontrarse con otro álbum de Wand medio año después de “Golem”, llega el miedo. Miedo porque, en estos casos, el hermano pequeño suele esconderse en eufemismos como “desenfadado” para evitar decir “descartes”. El “teníamos estas canciones por ahí, no sabíamos qué hacer con ellas y si de paso ayudan a pagar alguna factura mejor” de toda la vida, vaya. Pero Wand son atípicos hasta para esto. “1000 Days” es más conservador que su predecesor, más centrado en canciones y más acústico-folkie, pero no es en absoluto peor. Quizás, precisamente por poner las canciones en primer plano, peca de irregular, pero sus buenos momentos son muy buenos momentos. Eso sí, la cabra tira al monte: la mayoría de ellos -como “Broken Sun” o “Lower Order”- asoman cuando tiran de oscuridad y fuzz.
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