Tell Me That It's Over
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Tell Me That It's Over

5 / 10
Raúl Julián — 06-04-2022
Empresa — Atlantic
Género — Pop

Para conformar el que es su segundo disco tras aquel estreno de hace tres años que fue ‘Nothing Happens’ (Atlantic, 19), los californianos Wallows evitan complicarse y presentan un compendio de indie-pop que cae hacia la pista de baile con facilidad, algo edulcorado y definitivamente apto para todos los públicos. El grupo tira de obviedades para alumbrar su propuesta y, en la práctica, resulta incapaz de aportar nada destacable tras blandir una serie de canciones inocuas y por momentos incluso irritantemente inofensivas.

Lo cierto es que tampoco parece que el trío formado por Dylan Minnette, Braeden Lemasters y Cole Preston tuviese intención alguna de trascender en el tiempo, centrando esfuerzos en completar un elepé inmediato con el que dar salida a un puñado de temas –diez en total– de digestión fácil. Es justamente lo que ofrece ‘Tell Me That It's Over’ (Atlantic, 22), álbum de consumo rápido y poso efímero que (de manera puntual) deja alguna pieza convincente entre mayoría de inocuas, en torno a un lanzamiento que casi con toda seguridad nadie recordará dentro de seis meses. La referencia se abre con esa aceptable “Hard To Believe” que, al igual que sucede posteriormente con “Missing Out”, apunta directamente a Weezer, mientras que el single “I Don't Want to Talk” se impone como lo mejor del lote con su animosidad colorida y convincente. En el rincón opuesto se situarían “Especially You” –que apunta a una versión facilona de Phoenix–, la juvenil “Marvelous”, el synth-pop empalagoso de “At The End Of The Day” o “Hurts Me”, además de la pomposa (desde el mismo título) “Guitar Romantic Search Adventure” ejerciendo como cierre.

‘Tell Me That It's Over’ (Atlantic, 22) es un trabajo algo más luminoso y pulido que su predecesor, lo que no termina de favorecer a un resultado final que cabe entender como copia barata y menor de otras bandas. Todo a pesar de que el sonido del disco sea del todo intachable, algo esperable dado el perfil y las pretensiones del mismo. Una peculiaridad que, lejos de salvar el asunto, confirma la artificialidad preconcebida de una obra que, al menos, tiene el buen gusto de no alargarse innecesariamente por encima de la media hora de duración.

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