Una intro que pareciera anticipar un desarrollo con la electrónica como base da lugar, sin embargo, a una galopada llevada por el bajo, con el pulso en el after-punk frío que amaneció en aquellos años 80 con las callejuelas de Manchester como lugar de acción. Las guitarras opacan y constriñen hasta que logran explotar, y la voz parece apuntalar todo desde una cierta distancia, para hacer de “Fractura” un corte que deja las cosas en su sitio.
No abandonan los bilbaínos sus guiños vitales hacia los caminos iniciados y transitados por Joy Division, si bien han caldeado la frialdad de aquéllos que tanto se apreciaba en su anterior single, y en descargas tan certeras, directas y simples como “Pop is war” muestran la altivez y la subversión implícita en unos sonidos ralentizados pero directos, unos ritmos férreos marcados por ese bajo omnipresente y arropados por guitarras con el sabor de lo oscuro y esa voz que corta como el hielo. Igual que la del malogrado mancuniano.
Y es que sin duda esa similitud con Curtis y su gente marca todos los perfiles de Vulk, pero también es cierto que cortes como “Two headed Schaster” tienen personalidad propia, y en aquellos años del llamado rock siniestro hubiera hecho las delicias de más de una cresta.
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