Vulcanizadas
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Vulcanizadas

7 / 10
Kepa Arbizu — 10-06-2024
Empresa — Hamaika Kanta
Género — Soul

No por tantas veces como ha sido descrito a lo largo de los años pierde validez, como uno de los principales sustentos a la hora de configurar una banda, la unión de diversos perfiles creativos con el fin de generar un camino conjunto entorno a una afinidad sonora común. En este caso, las componentes de este quinteto han encontrado ese elemento vehicular en su pasión por la música de raíz afroamericana, contexto que hizo de germen para un proyecto que, mucho más allá de acercarse a sus referencias y homenajearlas, ha encontrado una identificativa capacidad para alumbrar de forma natural once composiciones con las que dar forma a su primer trabajo. Un repertorio que si bien se instala decididamente en la tradición transferida por aquellos ritmos originales, esconde un trazo caracterizado por una formulación especialmente estilizada a través de una absoluta delicadeza que denota la predilección por armonías de genética “popera”. Suficientes elementos representativos como para demostrar la satisfactoria falta de interés por mimetizarse, bajo el riesgo de perder su carácter, con tiempos pretéritos. Y es que este disco por encima de todo pone su vista en el presente, tanto en el ánimo musical como en el vivencial.

Un trabajo homónimo que, tomando como referencia la propia portada en la que asoman las integrantes del grupo por una ventana, significa al mismo tiempo descorrer la cortina para mostrarse por primera vez -en formato grabado- al público pero sobre todo delata el afán por dotar a este proyecto de una particular identidad con la que poder encontrar un permeable interlocutor. Un disco que formalmente funciona como una cálida luz prendida en la oscuridad pero a la que si miramos -y escuchamos- fijamente y con atención es fácil descubrir el temblor que define esa lumbre, tan cerca de alumbrar como de quemar. Porque lejos de cualquier paralelismo que insinúe una derivación de esa exquisitez interpretativa en una expresividad tenue o carente de intensidad, este repertorio se enuncia con voz cálida pero remite a ese áspero sentimiento interno que late con inquietud cuando pretende erigirse como dueño del propio destino. Vacilación existencial incrustada en un amable paisaje instrumental que convierte su verbo, indistintamente expuesto en castellano o euskera, en la incógnita perenne que acompaña a todo individuo.

La inaugural “Bidean” es tanto una puesta en escena del clima musical como emocional que gobierna el conjunto. Escogiendo el soul más afectivo y romántico de Aretha Franklin, el tema avanza desde su inicial paso sigiloso hasta un incremento instrumental, subrayado por un teclado que contiene todo ese espíritu sacro del gospel, que se convierte en la vindicación del momento presente como única respuesta a la incertidumbre. Desoyendo a los fantasmas que cargan con el pasado o el futuro, la inevitable dictadura del destino es dulcemente ofrecida en una “Ser” que añade a su catálogo de referencias la no menos sutil Carole King. Será un título tan explícito como “Catarsis”, esta vez vestido de un paisaje más noctámbulo y envolvente, quien escenifica en su máxima extensión esa siempre complicada tarea a la que llamamos vivir.

Pensar que las dulces y casi inmaculadas voces que habitan este proyecto también han sido criadas por ese otro género “negro” alineado junto a la sombra luciferina, llamado blues, puede sorprender, pero lo que parece una reinterpretación, bajo una deliciosa formulación coral perfectamente empastada, de la línea melódica del clásico “Take This Hammer”, representa la absoluta y magistral solvencia con que queda rubricada “Si no me encuentras”. Disparidad de acentos, siempre englobados en ese impoluto modelo sonoro, que luce por medio de un piano afable que, si en el subterfugio contra el caos que es “Menos mal”, parece ser propiedad de Randy Newman, las teclas golpeadas en “Hermana” esconden las huellas de Ray Charles para delinear un canto de sororidad que encuentra su airada némesis en el ejercicio de mansplaining que describe “Pavo, cállate”. Variados matices que siguen horadando el resultado final de un álbum que transita igual por los lugares sombríos a los que invita recorrer el rhythm and blues que decora el escenario de “Zenbat Galdera” o que abren una brecha a la luz con el jazz latino de “Déjalo pasar”, en lo que no podía ser otra cosa que una oda al poder del baile, o el vibrante funk de “La hora”, idónea herramienta para deshacerse de la teoría y conminar a pasar a la acción.

El reto más complicado que acoge siempre el primer paso de una banda es el de constituir un territorio delimitado por características propias. Desafío sobradamente superado con el disco homónimo de Vulcanizadas, honrosas sucesoras de todo ese majestuoso y proceloso (multi)universo donde los ritmos afroamericanos conviven y que es descrito con un tacto especialmente refinado y elegante, consolidando de momento ese aspecto como representativo del quinteto. Composiciones tratadas con dulzura que sin embargo no rehuyen cuestionar aquellos avatares más trascendentes de la condición humana, trazando todo un recorrido de amplia sustancia emocional. ¿Acaso puede existir una labor más noble encomendada a un grupo de canciones?

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