Volta

De un tiempo a esta parte, nuestra islandesa favorita parece empeñada en huir de lo evidente como del diablo. Desgraciadamente, no ha caído en la cuenta de que ello está provocando precisamente el efecto contrario.

De un tiempo a esta parte, nuestra islandesa favorita parece empeñada en huir de lo evidente como del diablo. Desgraciadamente, no ha caído en la cuenta de que ello está provocando precisamente el efecto contrario. No importa con quién trabaje, ni siquiera lo mucho que experimente, porque al final el resultado empieza a sonar reiterativo en relación a sus últimos movimientos (esos que empezaron con “Vespertine” y se radicalizaron en “Medúlla” o, sobre todo, “Drawing Restraint 9”). Queremos tener de vuelta a la Björk de los grandes temas pop, aunque quizás eso no sea posible a estas alturas. A la espera de que eso ocurra, vamos a continuar apreciando que arriesgue, que aún nos haga disfrutar por momentos, que no se conforme con nada, que atraiga a los artistas más vanguardistas hacia su música. Y no hablamos de Timbaland, quien parece haberse acomodado ya en la fórmula que mejor le funciona, sino de Konono Nº1 (escúchenles en “Earth Intruders”, supongo que junto a Toumani Diabate), los baterías Chris Corsano (Sunburned Hand Of The Men) y Brian Chippendale (Lightning Bolt) –todo lleva a pensar en que son ellos los que radicalizan la base de la abrasiva “Declare Independence”, sin duda la pieza más cruda del disco, o el final de “The Dull Flame Of Desire”-. También encontrarán ustedes aquí una muy efectiva sección de vientos de mujeres islandesas (que recrean ambientes portuarios en “Wanderlust” y nos aterran en “Vertebrae By Vertebrae”), al siempre apreciable Mark Bell (que firma algunos momentos caóticos, pero no exentos de belleza) y a un Anthony que debería empezar a tomarse con calma lo de las colaboraciones y que ofrece exactamente lo que podíamos imaginar a priori en “The Dull Flame Of Desire” y “My Juvenile”.