Viva La Vida or Death And All His Friends

Escribir sobre un disco como “Viva La Vida or Death And All His Friends” tras un par de escuchas debería estar penado por ley, pero las nuevas leyes del mercado discográfico mandan (sobre todo con los grupos que siguen siendo rentables al cien por cien).

En todo caso, aquí tienen una valoración previa, que no precipitada. Si en unas semanas la opinión varía, se lo cuento. El caso es que –resumiendo el título- “Viva La Vida” no parece defraudar. Conscientes de su situación Coldplay han dado pasos adelante, pasos atrás, pasos hacia los lados (de hecho, miran hacia Estados Unidos más que nunca). Sus nuevas canciones son similares, pero distintas, y mantienen una suerte de coherencia que las anuda unas a otras más allá de sus particularidades. Grabado en Londres, Barcelona y New York, y producido por Brian Eno y Markus Dravs, en él Coldplay parecen evitar a toda costa sonar tan melosos como en tiempos. Así, en piezas como “42” o “Death And All His Friends” se permiten empezar lánguidos, para dar un pequeño vuelco a la canción y alejarse de la idea de balada (que jamás han conformado lo mejor de su repertorio).

Y es que los mejores momentos que firman los británicos son aquellos en los que buscan nuevos caminos (necesarios a estas alturas, por otra parte) para su fórmula: las guitarras de “Violet Hill” –una pieza que gana con las escuchas-, la melodía a lo The Animals de “Cemeteries Of London”, el inicio y el cierre del disco con un sonido cien por cien Sigur Rós, el tema titular con unas cuerdas entre Michael Nyman y Final Fantasy (¿está presente Owen Pallett?), las baterías de “Strawberry Swing” o “Yes”, que combina slides, cuerdas y una segunda parte que es puro My Bloody Valentine. Eso sí, en "Viva La Vida or Death And All His Friends" se mantiene el aroma Coldplay. También esas evidentes reminiscencias a U2 o incluso The Waterboys en “Lovers In Japan”/”Reign Of Love”. Coldplay siguen siendo Coldplay, algo distintos, pero Coldplay al fin y al cabo.