Decir que Viva Belgrado han cambiado puede resultar una obviedad, sin embargo el miedo al cambio era un factor común de muchos de sus seguidores mientras que los cordobeses nos avanzaban un corte como “Más triste que que Shinji Ikari”. Y es que resultaba un adelanto perturbador para los amantes de la cara más screamo o punk de la banda. Ahora, con todo el material disponible, podemos decir que el cambio no ha sido tan drástico pero al mismo tiempo que “Bellavista” no es un trabajo continuista con respecto a “Flores, carne” (14) y “Ulises” (16).
Estamos ante un disco mucho más accesible pero igualmente hiriente. Un larga duración no pensado para nadie y hecho para todos los que deseen algo más que un simple hit festivalero. “Bellavista” es una referencia con un mensaje intergeneracional prácticamente inexistente en el panorama musical nacional. Al escuchar el tridente inicial conformado por “Una soga”, “Bellavista” y “Cerecita Blues” apreciamos que Cándido Gálvez es un portavoz de sentimientos en los que todo el mundo tiene derecho a verse reflejado. El grito es solo un recurso, uno más de su paleta de posibilidades.
Lo que no ha cambiado es un discurso que va desde el desamor al nihilismo en un par de fraseos. Reiteramos, el grito es solo un recurso de rabia y tensión. La sensación y el sentimiento van a seguir ahí incluso con el sustento de una guitarra flamenca o unas pocas de palmas, “Un collar”, o en ritmos urbanos cercanos a un elegante pop urbano salpicado de trap. Todo cuadrado en texturas musicales de unos músicos que se conocen bien y saben que son capaces de fabricar el paisaje sonoro que se propongan.
¿Candidatos a honores en 2020? Sin duda, ya que tras los pasos de Standstill, son la cruz de guía de mucha gente que no ve la luz más allá de su local de ensayo. Uno de los referentes actuales de una música que golpea y emociona a partes iguales. Ellos son la democracia del grito.
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