Dissidænce Episode 1
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Dissidænce Episode 1

7 / 10
Fernando Fuentes — 18-11-2021
Empresa — Clivage Music
Género — Electrónica

Para muchos es la máxima figura del electroclash, con permiso de sus compatriotas Miss Kittin y The Hacker. Para otros, es el puto amo del mejor electro-techno-rock parido jamás en tierras galas y hasta planetarias. Para todos es uno de esos nombres icónicos que cuando aparece escrito en la portada de un lanzamiento –como en este caso– o en lo más alto de un cartel festivalero de aquí o allá te alegra la vida porque sabes que no va a fallar. O casi.

Es lo que pasa con este nuevo álbum que Vitalic presenta ahora tras aquel Voyager de 2017 con el que se despedía del largo formato en cuanto a lanzamientos. El caso es que el autor del magistral e imperecedero incunable “Ok Cowboy” (05) mantiene una tensión, una energía y un buen gusto que traspasa fronteras temporales y estilísticas. Es un clásico y lo sabes. Pero, dejémonos ya de nostalgias, y vayamos a la chicha. De los ocho cortes que contiene este “Dissidænce Episode 1” sobre todo compramos su primer single “Carbonized”, un corte cien por cien sintético y peligroso que exhala una energía postpunk de manual. También es de mención obligada su segundo sencillo “14 AM” que es un amistoso pasaje de techno ebemero, que evoca directamente a aquellas madrugadas interminables, de los felices noventa, en las que parecía no haber un mañana, como finalmente fue. Por su parte “Haute Definition” es sofisticada, bebe del french touch y se empapa de rollo robótico que tanto ha inspirado a Pascal Arbez, desde su profunda y confesada admiración a Kraftwerk. Puro Vitalic 2021.

Y qué decir de ese algo previsible –pero tremendamente ácido y martilleante– “Rave Against The System” que es como si Chemical Brothers se hubieran juntado con los extintos Utah Saints y tras pasar tres noches de farra –pero de la magra– hubieran parido un tema a pachas. Pero paralelamente a esto, nos topamos con un episodio llamado “Lost Time” que presenta a un raro y destemplado Vitalic –por alejado de la pista de baile– y centrado en una especie de techno ambiental que, sinceramente, no convence. Pero que nadie sufra, porque no como no podía ser de otra manera, el disco termina en lo alto, en plena remontada rabiosa a lo España-Malta, con ese “Boomer Ok” que es un efectista remedo de aquel electro-rock ravero, infalible extraordinario de “My Friend Dario”, otra de sus joyas imperecederas, que aquí parece ser pasto de autotributo con resultado, ejem, algo fallido. Por esto era lo del casi.

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