¿Intruso no deseado o manjar culinario? El dúo afincado en Bilbao Visoki Napon parte de esta peculiar disyuntiva: “Huitlacoche” invoca al hongro negro homónimo. Originario del país azteca, la etimología del huitlacoche obedece a huixtla (excremento) y cochi (sueño). Ajá. Este hongo ataca las cosechas de maíz en todo el mundo, pero tan solo en México se guisa y se consume en forma de “taquitos”, según nos informan fuentes locales. Hoy día es un ingrediente exótico y muy valorado, al que también se le conoce como “la trufa mexicana”.
Kiko Monzón (Lima,1976) -bajo, voz y letras-, y Jon Fernández (Urduliz, 1991) -guitarra y coros-, someten a este parásito del maíz a una “experimentación lisérgica” que no nos dejará dormir. Este prometedor EP arranca con “Desprendimiento”, el cual ya vaticina una digestión compleja, de muchas capas y sonoridades excéntricas; mientras que la “presión sonora” de temas como “Obstrucción” y “Yawar” canalizan la rabia y el tormento, respectivamente.
Grabado -en vivo- en junio de 2019 en los estudios de Tío Pete, con Unai Mimenza; Visoki Napon se alía con Esau Nava (Cuernavaca, 1981) a la batería y percusión. Este fue el invitado a las sesiones embrionarias -o “encuentros sonoros”, como apunta el dúo-, de “Huitlacoche”. Más tarde se unirían Pau Torres (saxo alto) y David Mellado (percusión adicional). El disco se mezcló a comienzos del fatídico 2020, y se masterizó en los estudios Masterlabs de Dublín, en septiembre del mismo año.
“¡La gente sale a la calle (sin ninguna claridad de pensamiento)!!” gritan con la voz rasgada y sin ambages en “Obstrucción”, acompañados de una distorsión que invita a eso, a salir a la calle, a gritar. O a aclararse el pensamiento, siquiera. “¡Vuelvan las horas!” arranca con titubeos claroscuros y da un giro de tempo repentino que sucumbe a una ciclogénesis tropical, que suena a Los Saicos haciendo cumbia puestos de “cuervitos”. “Espacio” repite el esquema de cambios bruscos que escuchamos en “¡Vuelvan las horas!”, hasta que el hongo te atrapa y te engulle en su espiral hacia el noise de corrosión industrial. Despedida chamánica con “Yawar”, con esos cánticos eee-eeeeh-oooh, que acaban en alto (y en demencia). Y si no les parece suficiente, déjense llevar por su inquietante bonus track. ¡Rompan todo!
“Huitlacoche” es un exquisito manjar sonoro, cocina experimental para hincarle el diente a la rabia y atravesar tormentas de arena y tarifazos eléctricos. Ideal como banda sonora en un viaje astral y/o en coche, ansiamos ver esa experimentación lisérgica en vivo y en directo.
Alto voltaje (o sea, Visoki Napon, en croata).
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