Vince Staples tiene de nuevo el cargador lleno con “Ramona Park Broke My Heart”. El quinto álbum del artista es una clara extensión del homónimo que presentó el año pasado. Una ramificación que surge de seguir profundizando en el gangsta y en un sonido mucho más clásico. Con este nuevo LP lanza una carta rotunda de amor a sus raíces, un manifiesto de lucha por la supervivencia, una conversación con el pasado para entender su presente. Vince realiza un viaje por Long Beach para trazar una nueva historia de armas, balas mortales, montones de dólares que vuelan por todos lados, orgullo, decepción y fidelidad. Porque, si algo tiene claro es que debe seguir siendo fiel a los suyos y que eso está por encima de cualquier otra cosa en la vida. Pese a ser un disco hermano de su anterior lanzamiento, lo que más diferencia a este proyecto del resto es que en esta ocasión el rapero se abre al mundo con otros ojos y desde un punto de vista muy diferente. No le vemos tan frágil e íntimo como en el homónimo. Tampoco pacificador, ni controlado. Ahora está mucho más seguro de sí mismo y, aunque no recurre a la violencia de forma directa, no le importa acabar manchado hasta las cejas. Este disco deja muy claro que Vince se ha cansado de ser el bueno del barrio y que lo único que quiere es que todos se sientan orgullosos por sus logros. Se acabó eso de tener que limpiar su imagen, toca asumir que cada uno es quien es gracias a sus raíces.
“In the city, baby, your first rap can be a murder rap”, lanza en “The Beach” entre el sonido de las olas y los disparos. “Ramona Park Broke My Heart” recupera las batallas de Vince en Long Beach, le hace recordar que en el fondo allí todos se conocen y que muchos de sus amigos siguen en la cárcel sin que él pueda hacer nada por salvarles. Con “AYE! (Free The Homies)” habla un poco de todo eso, de esas ganas que tiene de verles libres y construyendo una nueva vida. De creer en las segundas oportunidades y de ver más allá de un enfrentamiento, un juicio. Desde nuestros ojos de privilegiados, muchas veces nos cuesta entender que un conflicto de barrio pueda acabar arruinando tu vida sin darte apenas cuenta. Lo mismo nos pasa con esa relación con las armas tan fuerte que llegan a tener y cómo sienten que sin ellas no son nada. No es fácil saber que cualquiera puede ponerte una pistola en la cabeza cuando menos te lo esperas y hacerte desaparecer sin que hayas hecho nada. Que toca elegir el conflicto para sobrevivir a la precariedad. Y que tienes que protegerte a toda costa para mantener a los tuyos con vida. De ahí que en este disco el propio Vince le haya construido una canción de amor a las armas con “When Sparks Fly”. Un curioso tema precedido por un interlude maravilloso bajo el título de “Nameless” que resume muy bien la esencia de este nuevo álbum (“You have to eat, you have to pay bills, you have to survive. So when get you used to pullin' a trigger on somebody it's not, "I want to pick up a gun and just shoot". You know? It's not hard after a while it becomes easy, common”).
“Ramona Park Broke My Heart” está lleno de crudeza y sangre. Pero, también tiene una gran porción de lujo y ostentosidad. Solo hace falta meterse en esa “Magic” liderada por una base mucho más upbeat que el resto de temas y bajo la producción de Mustard. Es ahí donde vemos a Vince sonando a clásico y también dejando muy claros sus logros y ritmo de vida. Al rapero hablando del barrio, pero sintiendo que va flotando por encima del resto. Y es que cuando has pasado a otra fase te puedes permitir muchas cosas a las que los demás no tienen acceso. Como, por ejemplo, construir un hit con Ty Dolla $ign en ese “Lemonade” manifestando tu poder en la industria. Aunque nos deje, eso sí, en “Papercuts” bien claro que odia el mercado musical actual y sobre todo que le toquen lo suyo (“I hate this industry, missin’ sleep, been some weeks // Don’t be playin’ with my money, don’t be playin’ with my hood).
Otro de los grandes logros de este disco es meter a Cardo (Drake, Kendrick Lamar, Travis Scott) junto a Mustard en la producción de “Bang That” buscando su propio “God’s plan”. La aparición de Kenny Beats regresando en “East Point Prayer” también enriquece por supuesto el lanzamiento, donde se incluye además la colaboración de Lil Baby. Y, por último, no nos olvidemos de lo bien que le sienta compartir producción con Ariana Grande (a través de Nami) en un par de temas sin perder el barrio ni un ápice. Porque, siendo sinceros, “DJ Quik” suena genial con ese sampleo del “Dollaz + Sense” incorporado y la colaboración extra de Coop The Truth (Summer Walker) en la producción.
Una vez más Vince Staples ha firmado un gran disco, un proyecto lleno de momentos brillantes que le hacen mantenerse en lo más alto. Da igual que esté huyendo de la experimentación o que echemos de menos aquella maravilla que fue “Big Fish Theory”. Es increíble lo cómodo que se le ve y lo claro que tiene todo. Sabe cómo continuar su camino, se está metiendo hasta la raíz en el sonido con el que creció, en los ritmos que le perseguían por las calles. De allí salió todo, de esa formación e inspiración que le hizo lanzar versos y construir melodías que han hecho historia. Ya habrá tiempo para dar nuevos saltos, para desmontar el puzzle, para construir nuevas narrativas. Ahora es el momento de arañar en cada uno de sus temas para entender mucho mejor el origen del artista. Una vez que las puertas se cierren puede que nunca más disfrutemos a Vince de una forma tan personal y transparente como en sus últimos discos.
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